Tranquilos. No les hablo de la bicha, ni de la soga aquella
famosa, ni de la purga de Benito que nos daban cuando chicos, ni del agua de
Carabaña, ni del aceite de ricino, ni del aceite de hígado de bacalao, ni de
las sal de fruta en ayunas, ni del calcio Sandoz. No, no. Nada de eso.
Anche estaba la luna preciosa. Salió y llenó el cielo. Asomó
por los Lagares, bajó por las laderas, cruzó el río y traspuso por donde
siempre traspone pero antes, ¡ay, antes!... Antes hubo un eclipse. Yo que soy
un noctámbulo empedernido, me lo perdí. Me rindió el sueño. Y, es que a mí, me pasan unas cosas…
Por cierto que hablando de la luna me viene a la mente la
anécdota de aquel de mi pueblo. Verán. Iba a Cádiz. Examen de ingreso en la
Facultad de Medicina. Subió al correo en la estación de Álora. Era medio día;
calor. Trasbordo en Bobadilla; en la Roda de Andalucía lo que antes iba en
sentido de la marcha, ahora, al revés. Nuevo trasbordo en Utrera, muevo cambio
de sentido de la marcha…
Llegan a Cádiz.
Era la estación junto a la Plaza de Sevilla. Era ya noche cerrada.
El padre, le dio información al muchacho de los lugares por donde pasaba. Las huertas de
Álora; el claroscuro de los túneles de El Chorro; llanuras en Bobadilla y
Antequera; olivares en Casariche; la ganadería de los Benítez Cubero cuando el tren
cruzaba la campiña entre Aguadulce y Marchena; más olivos en Utrera; viñedos en
Jerez…
El muchacho iba saturado de información. El muchacho iba
sobrepasado; el muchacho que tampoco andaba muy sobrado, al bajarse del tren ve
la luna resplandeciente en el cielo de Cádiz; la luna riela en la mar.
Pregunta:
-
Papá, esta luna ¿es la misma luna que la del
pueblo?
-
Vámonos, - contestó el padre - que tú ya tienes la carrera hecha…
El día después, mucha gente habla del resultado… del eclipse
de luna de anoche.
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