El anticiclón
manda sobre la península. El día pedía campo O sea llenar los pulmones de aire
puro… Aprovecho el día de “resolana” que diría mi maestro Barbeito (por cierto,
con él anduve un día también por aquí) y me voy de sierras y tierras de cielos
claros… Verás
Del Torcal se
ha escrito mucho y bueno. No soy el llamado a contártelo; otros, que saben más y lo hacen mejor ya han
ido delante. Sube, desde Antequera, por la carretera que va al nacimiento del
río de la Villa
y luego, por la Boca
del Asno. Y lo ves. Empápate de cuanto miran, aprehenden, captan... tus ojos.
Cuando te
asomes al mirador de Las Ventanillas, al fondo
- entre brumas si corre levante, como corría hoy - Málaga y el mar. Es
el mar de fenicios, griegos, cartagineses y romanos, por donde vino el
comercio, y el arte y el derecho, y la lengua en la que nos entendemos un
montón de gente. Más cerca, bajo tus pies, tierras de lagares y colinas suaves
y caseríos blancos, y el Campanillas y el Guadalmedina. Todavía, no son ríos
sino torrenteras arrancadas de largo.
Por el Este
quedan Casabermeja, Colmenar, Comares - pincelada blanca en la cumbre -,
Periana, Canillas... Al Norte, la llanura y según a donde mires, la Sierra de Rute, la Camorra , El Puntal y, si apuras
y está pero que muy limpio el día, las estribaciones meridionales de Sierra
Morena. Al Este, Alcaparaín, Sierra de Aguas, de las Nieves, Los Guaperos, la Serranía de Ronda.
El Torcal
estaba invadido. La carretera de subida es estrecha; bien asfaltada. Demasiados
coches; hay problema de aparcamiento. La gente busca el encuentro con la
naturaleza, con la piedra viva hecha capricho en la caliza, con las sensaciones
únicas que solo se viven en contadas ocasiones. Y, se encuentran. Doy fe que
todo eso, y más, estaba esta tarde allí…
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