-
Papá, anoche - me dijo mi hija María - había un
búho en el palomar.
Le digo que sí, que lleva varias
noches rondando por aquí, que lo han visto sobrevolar por el camino de Los Llanos
y por Virote. Los búhos son rapaces de la noche y forman una pareja ideal con
la luna de fondo. Como si ambos se necesitasen mutuamente.
Pepe, ‘el
Pingüi’, me comentó, que de su casa se ha llevado una cría de cuatro gatos
que había tenido la gata blanca y negra,
en el pajar. Cuando los gatillos perdieron el susto y se atrevieron a
salir… Claro, los gatos que son muy listos, no prevén que los búhos comen todos
los días.
El búho más hermoso, más
majestuoso y más grande que he visto fue una tarde bajo la cruz de El Hacho. Era aun atardecer
de verano. En la cumbre ya refrescaba. Subimos para ver cómo se iba el día. Y,
de pronto, apareció solemne batiendo las alas en silencio. Pasó más bajo que
dónde estábamos nosotros y de la misma manera que entró se fue bordeando todo
el precipicio.
Era un búho real. Dicen que por
aquí hay muy pocos. Alguna que otra vez los han visto y lo cuentan por las mañanas en el bar. Los contertulios
casi nunca se lo creer porque como los cazadores echan tantos embustes…
Búhos, lechuzas y mochuelos son
primos hermanos. La lechuza de Atenea era símbolo de la sabiduría. Otras veces,
los mochuelos, han tenido tratos
despectivos. Cosas que pasan.
Juan Rivas (un abrazo donde
estés) contaba que una noche los mochuelos se ‘hacían’ el reparto de la zona de
cacería. El mochuelo más viejo leía la hoja de ruta a la asamblea:
-
“Tú a la parte de la Gabia”. El mochuelo
arrancaba el vuelo, y desaparecía…
-
“Tú, a los Lagares….”
-
“Tú, a la Isla...”
-
“Tú a Canca…”
Siempre, como todo en la vida, se
quedó el ‘espabilaillo’ de turno. Cuando el mochuelo viejo, vio el paño, no lo
dudó:
-“Tú, esta noche, al algarrobo de Cebollino, y
vigílame las parejas…”
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