El gallinero está revuelto. ¡Dios cómo está el gallinero! No
es que bajen los zorros de las sierras por las noches con nocturnidad, alevosía
y hambre. No, no. Esos zorros están donde tienen que estar. O sea, salvando
cañadas, abrigados en las madrigueras y hurgando por aquí y por allá.
Del gallinero pega la volada a lo alto de la tapia del
corral un gallito minino de cola arqueada majestuosa y bellísima. Tiene la pechera de colores y brilla tornasolada
cuando le da el sol. El minino vuela de tapia en tapia. Ni las palomas del
alero del tejado tienen capacidad para imitarlo. Este minino es un artista del
salto sin redes.
El gallo ‘lorigao’, el de los espolones revueltos y escamas
en las patas se pavonea a su antojo. El gallo lorigao no le teme al arroz de
cazuela ni al hervor de una olla de agua puesta en la candela para el desplume.
Este gallo ya está curado de espantos y esas cosas.
Hay otro gallito negro. Pide plaza; presenta cara pero le
falta campo, o mejor, tiene que esperar que pase algún tiempo y él pueda ocupar
mando y ordeno y todas esas cosas que tienen los gallos cuando son dueños de
los gallineros.
Hay gallinas negras, cenizosas, y pollitas ponedoras y
camadas de otros pollitos. Se picotean entre ellos. Se hacen sangre. Se ensañan
y cuando eso ocurre…¡ay, Dios, cómo se pone el gallinero! (¡Hay quien organiza un
almuerzo para dar puñaladas a otros de su misma pluma!).
Nos anuncian cuatro elecciones para el año: Andalucía,
Municipales, Cataluña y Generales. No quiero ni pensar lo que nos espera en el
gallinero patrio. Tertulias, televisiones, radios, periódicos, políticos… Todos
nos venderán su mercancía. Ah, tengan cuidado con el veneno.
En esta situación siento envidia de mi gato. A mi gato le
puse por nombre “Tito Livio”. Se pasa horas sesteando al sol. Me parece que se
entera de todo el revuelo que hay en el gallinero pero hace como que no se
entera y si se entera, no le importa. ¡Eres listo, puñetero!
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