28 de
noviembre, viernes.
La
Historia de España está llena de personajes singulares. Unos, memos; otros,
demasiado listos. Los hay que, ni en Pinto ni en Valdemoro, pero que les va eso
de estar en el ‘plato y las tajadas’ o de jugar con dos barajas: una para ganar;
otra, para perder y con “dos velas. Una a Dios; la otra, al diablo”
Desde
Viriato – se lo cargaron tres de los suyos - al que, por cierto, lo colocaba
como ‘pastor lusitano’, o sea, si se decidió por la ganadería – tampoco en
aquel tiempo había mucho donde escoger – con lo que da el campo, y además de la
Lusitania que no es de la tierra más rica de la Península… pues eso. Hasta hoy
la lista es larga.
Ahora,
nos bombardean con vidas desordenadas de unos pocos. Optaron, presuntamente,
claro, por vivir de esa manera que rompe moldes que les bien… a ellos, aunque
casi siempre terminan peor que mal.
Veo un
regocijo solapado vestido de conmiseración (hipócritas) hacia esos señores de
la sociedad que en lugar de ir a ver cómo caen las hojas de los plátanos de las
calles de Madrid, de la que dicen que es la ciudad más arbolada de Europa
después de Berlín, decidieron a ir a ver mujeres guapas, (fea, ninguna, ¡por
Dios!) ‘obreras del amor’ las llama un
amigo mío, y a apreciar otras cosas de colorines, que tienen forma de papeles,
no mojados por supuesto, y ellos le dieron cobijo y resguardo para que no se
los lleve el viento. Ya se sabe, un papel es lo más fácil que lleva el viento…
A lo
largo, del tiempo muchas figuras han llenado páginas y páginas. Traicionaron a
los que decían que servían por mamandurria, por ideología, por ambición, o
porque pasaban por allí.
Se me
vienen a la mente, los que sufrieron persecución y privaciones libertad por sus
ideas y me pregunto que podrían decirles a la cara a los que ahora, teniéndolo
todo, lo han tirado por la borda en aras a su enriquecimiento personal.
Hay un
personaje sorprendente en la Historia de España. “Ese, dice, el pueblo llano,
vive como un rey”. Era rey. Enfermizo y escoria de cruces de sangres por mor de
las herencias de tronos y dinastías o vaya usted a saber. Aquel pobre ser
humano, el pueblo llano que es quién mejor pone las cosas en su sitio lo tenía
por un perfecto desgraciado. Se llamaba Carlos, y dijo de él que estaba
hechizado. Algunos de estos que nos sacan en los telediarios también tienen un
hechizo: el de la nula vergüenza.
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