Noviembre,
16, domingo.
Nos ha
sorprendido Antonia María Ortega – tiene un arsenal de sorpresas que solo ella
conoce – con un bodegón de su época en que la pintura era la salida al arte que
lleva dentro. Corresponde a un tiempo ya pasado. Ahora opta por enviarnos unos
versos, siempre, con un mensaje que hace pensar.
Obviamente.
no sé de arte. Paso de los detalles que resaltaría alguien cualificado. Me
quedo con esa docena de mensajes que nos envía en un pequeño cuadro de
dimensiones precisas.
Verán.
El primero, el objeto, del bodegón. Un huevo frito llega a su momento de
esplendor. Nada en aceite y se expande por la sartén. Algo humilde. Un simple
huevo frito (ahora parece que lo suben al catálogo de majares fuera de catálogo
por el precio que van a alcanzar en el mercado), protagonista.
Una
copa de vino. Ni le sobra ni le falta. En su sitio. La primera gran celebración
de la historia del mundo cuando Noé y los suyos salieron ilesos del diluvio
(parece que eso de los diluvios continua) y lo celebraron con unas copas de
más. Noé, dice la Biblia, que se pasó. Las malas lenguas dicen que era una
borrachera. Bueno…Cristo comienza la vida pública con vino: “Hijo, no tienen
vino”. Y lo arregla. La termina en la Última Cena y toman vino y les da un
encargo: “esta es mi Sangre” y que la celebréis en memoria mía…
Pone a
la derecha, una alcuza con aceite. Es de cristal, transparente. Se ve la
calidad del producto que lleva dentro. La cierra con un tapón de corcho. Como
debe ser. Nada de plásticos… Ese
material, corteza del pariente pobre de la encina con literatura despectiva, el
alcornoque, pero de un servicio a la humanidad impagable…
Los
ajos son imprescindibles humilde y… ¡tan exquisito!; los casarones, los ha roto
con arte, como almenados. Se ve que tienen un protagonismo especial; las
sombras llenas de misterio…
En el
fondo un plato de barro. Santa Teresa decía que “entre los pucheros anda Dios”
y ella se lo ha traído con el primer material que utiliza: el barro para hacer
al hombre. Primer alfarero. Hombre, barro, Dios. Complemente, verán cuanto juego
dan esas tres palabras.
Ha
puesto una fruta en uno de los extremos. Da colorido. ¿Es una evocación de
aquella primera manzana? ¡Hay que ver la que se lío por una simple manzana… Y
me queda uno. ¿A que no han reparado que el mango de la sartén tiene un agujerillo
en el extremo? No, no es un capricho. Es para colgarla en la alcayata como se
hacía antes cuando los utensilios de cocina se colgaban en la pared. Esta mujer
está en todo…
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