lunes, 24 de noviembre de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Desde la terraza





 Noviembre 24, lunes

 

Visto desde la terraza – aquí no llega el rumor del mar ni tampoco se ve- la tarde pinta fría y algo chunga. La tarde y parece que los días que vienen, también. Según el telediario ese hombre con el pelo del color de las mazorcas antes de quitarle el sayo anda frito por meterle mano a otro, uno que vive más abajo de su casa. Un poco lejos, pero más abajo. Yo no he estado nunca allí, pero lo sé.

El del pelo color panocha, de vez en cuando, que es como decir casi siempre, aunque esté en su despacho o dentro de un avión, se pone una gorra de color rojo intenso. Oigan, monísimo. Una preciosidad. Nada discreto. Un hortera subido. Asusta hasta a los tiburones que se las andan en busca de otro viejo pescador que como Santiago salga de La Habana y que lleve otros ochenta y cuatro días sin pescar…  Iba solo, Santiago, digo, por el mar azul que media entre la tierra donde él vive y, la tierra del otro…

El otro, el que vive más abajo de la casa del de la gorra colorada, no crean que es de esas bellezas que hacen que uno se vaya detrás de él. No sé si lo hace por seducir o porque quiere marcar una pose y pedigrí propio, pero, a veces, se pone un chándal – todos los que se visten así para salir en público no han hecho deporte en su vida – de color azul eléctrico y lo conjuga con ese otro color tan discreto como el amarillo intenso, chillón. Vamos, una ternura… (Además suele hablar, si a eso se le puede llamar hablar, a gritos).

Se gritan, pero no se escuchan por la lejanía y por esa otra fea costumbre de que no se quieren enterar que la gente hablando se entiende. ¡Qué va! Menos mal que esos periodistas, ángeles de la objetividad. (Yo les llamo pesebreros, no por burros, por lo ‘otro’. Vamos de los que ven y cuentan… y que cada uno le rece al santo como crea oportuno. Ellos ponen  los adjetivos (gallo que no canta, algo tiene en la garganta) que más le conviene, al del pelo panocha o al del chándal discreto. A veces aparecen noticias. Dicen que, algunos, tienen contratos en sus medios con un montón de ceros a la derecha de la primera cifra, pero de eso no hablamos…

Verán, como cualquier tarde, sin que llegue el rumor del mar se escucha el mortal ruido de que se ha desencadenado otra guerra

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