lunes, 10 de noviembre de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Calle Santa María

 




Noviembre, 10 lunes.


 Estrecha y lóbrega. Nunca entra el sol. Las sombras son sus dueñas.  Santa María –también se llamó ‘Mercaderes’- forma parte de la  Málaga romana. Dicen los que saben que era la calle que comunicaba el levante y el poniente de la ciudad. Es decir, desde donde sale el sol hasta por donde va a morir, el decumano.

Tiene dos partes diferenciadas. Una, de calle Císter hasta Molina Lario, el obispo que vino de Teruel y dejó, entre otras obras, el acueducto de San Telmo y eso que solo gobernó la diócesis durante siete años… En su origen se llamó del Arco del Obispo; iba hacia calle Granada.  La otra, desde Molina Lario hasta el corazón de la ciudad: la Plaza de la Constitución.

En el primer, tramo, dos edificios notables, a la izquierda, la iglesia del Sagrario. Posee una soberbia portada de estilo de gótico desembocando en el plateresco. El mal de la piedra se ha cebado en ella. Muchas de sus filigranas y figuras han perdido sus formas; enfrente, en el número 31, el Hospital de Santo Tomás.

Los dos monumentos encierran en sí un tratado de arte. No es lugar ni momento. Del hospital cabe decir que es uno de los antiguos de Málaga. Data de 1505. Un terremoto en la noche del 24 de diciembre de 1888 lo destruyó en su totalidad. Hubo de reconstruirse de nuevo…

En la esquina de Molina Lario, a una mano, el Palacio Episcopal – por la puerta que accede a las dependencias y despachos de la Curia – en la otra, un inmueble de galería acristalada a modo de rotonda que apunta al modernismo vienés.

Calle adelante, la calle Correo Viejo – lo menos que se vende en calle – guarda, hacia el final la casa donde nació, José de Salamanca, el marqués que transformó medio Madrid y dio nombre al barrio. Enfrente, calle Fresca. (Málaga ciudad de contrastes. En calle Fresca viven los curas y en calle Beatas vivían las mujeres que hacían ‘favores’).

La demolición del convento de la Carmelitas, a la derecha, posibilitó la aparición de la calle Sánchez Pastor; enfrente, la del convento de las Agustinas, el Pasaje de Álvarez o Pasaje de Chinitas. Allí estuvo el café y en el que, según Federico, “dijo Paquiro a su hermano / soy más valiente que tú, / más torero y más gitano…”.

Hace unos días pasé por allí… El gentío agobia; demasiados cambios en nuestra Málaga, porque ya es de la gente.

 

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