Noviembre, 10 lunes.
Estrecha y lóbrega. Nunca entra el sol. Las
sombras son sus dueñas. Santa María
–también se llamó ‘Mercaderes’- forma parte de la Málaga romana. Dicen los que saben que era la
calle que comunicaba el levante y el poniente de la ciudad. Es decir, desde donde
sale el sol hasta por donde va a morir, el decumano.
Tiene
dos partes diferenciadas. Una, de calle Císter hasta Molina Lario, el obispo
que vino de Teruel y dejó, entre otras obras, el acueducto de San Telmo y eso
que solo gobernó la diócesis durante siete años… En su origen se llamó del Arco
del Obispo; iba hacia calle Granada. La
otra, desde Molina Lario hasta el corazón de la ciudad: la Plaza de la
Constitución.
En el
primer, tramo, dos edificios notables, a la izquierda, la iglesia del Sagrario.
Posee una soberbia portada de estilo de gótico desembocando en el plateresco.
El mal de la piedra se ha cebado en ella. Muchas de sus filigranas y figuras
han perdido sus formas; enfrente, en el número 31, el Hospital de Santo Tomás.
Los dos
monumentos encierran en sí un tratado de arte. No es lugar ni momento. Del
hospital cabe decir que es uno de los antiguos de Málaga. Data de 1505. Un
terremoto en la noche del 24 de diciembre de 1888 lo destruyó en su totalidad.
Hubo de reconstruirse de nuevo…
En la
esquina de Molina Lario, a una mano, el Palacio Episcopal – por la puerta que
accede a las dependencias y despachos de la Curia – en la otra, un inmueble de
galería acristalada a modo de rotonda que apunta al modernismo vienés.
Calle
adelante, la calle Correo Viejo – lo menos que se vende en calle – guarda,
hacia el final la casa donde nació, José de Salamanca, el marqués que
transformó medio Madrid y dio nombre al barrio. Enfrente, calle Fresca. (Málaga
ciudad de contrastes. En calle Fresca viven los curas y en calle Beatas vivían
las mujeres que hacían ‘favores’).
La
demolición del convento de la Carmelitas, a la derecha, posibilitó la aparición
de la calle Sánchez Pastor; enfrente, la del convento de las Agustinas, el
Pasaje de Álvarez o Pasaje de Chinitas. Allí estuvo el café y en el que, según
Federico, “dijo Paquiro a su hermano / soy más valiente que tú, / más torero
y más gitano…”.
Hace
unos días pasé por allí… El gentío agobia; demasiados cambios en nuestra
Málaga, porque ya es de la gente.
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