jueves, 20 de noviembre de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Tarde de sol semiapagado

 

                      El Torcal de Antequera


Noviembre, 20 jueves.


Cae la tarde. Salgo de Antequera con el sol semiapagado de una tarde noviembre tardío.  El Torcal tiene una cogulla de nubes. La carretera está hilvanada por una sucesión de puntadas de tractores con remolques pintados de verdes.  Acarrean aceitunas de los cortijos de Chimenea, de los Llanos de la Malena del Ventorro, de Checa, de la Yesera…Han comenzado la recolección de la aceituna. Los olivos pespuntean las ramas con la fruta ya morada. Dado el lugar y el momento deben ser hojiblancas.

He echado el día con un grupo de amigos. Cuando se levanta la reunión y parece que no ha pasado el tiempo es que lo has pasado muy bien. Al igual me quedo corto. Hacia tiempo que la visita estaba programada, pero…

Lorenzo nos ha regalado un facsímil como adelanto del libro que va a presentar a principios del año que viene, o sea, dentro de un mes día arriba, día abajo.

Son un puñado de hojas; algo pequeño. Solo unas cuantas páginas en esquema, pero denso, muy denso. Abre boca para lo que va a venir. Comienza con una carta de Enrique Molina, de 1962. Le adelanta tres sonetos. Él, en la entrega de hoy, solo nos ha regalado los encabezamientos; en otra, de 1963 inserta opiniones del poeta a modo de crítica a la obra de Blas de Otero. A Enrique Molina le pasa como a otros poetas. Unos, lo desconocen; otros, casi no saben de él. Solo lo recuerdan, y no lo olvidan, sus alumnos.

Inserta, una carta de José María González Ruiz.  Inicios del Concilio; mucha esperanza de la mano de la ilusión que suscitaban todos aquellos tiempos, y la pregunta sobre qué vendrá después. González Ruiz, adelanta y califica el Vaticano II como el concilio más importante de la Historia de la Iglesia. No deja de ser una opinión. Las cosas nacen con un sentimiento y, después, ya se sabe lo que ocurre.

Otra carta de Alejo J. García Ortega recién llegado a Madrid y con responsabilidades en Signo apunta también a los tiempos que vienen, entonces, donde casi había comenzado la segunda mitad del siglo XX.

Antonio Aguilera, un muchacho adolescente, le habla en otra carta de la soledad del seminarista, septiembre de 1963, en vacaciones, de la poca respuesta de otros compañeros, de la alegría de recibir al amigo…

El libro promete. En un apartado del rato compartido, me dijo.

- Te va a gustar, la carta de Enrique Molina.

- Me gusta, me ha gustado, mucho…

 

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