Monasterio de El Parral; al fondo el Alcázar. Segovia
Noviembre, 25 miércoles.
La
Orden de San Jerónimo (monjes de ayer en tiempos de hoy) nació en España en
1373; el monasterio de Santa María del Parral se fundó, por el entonces
príncipe, Enrique IV.
El
padre de este linaje, San Jerónimo, dedicó parte de su existencia a la vida
monástica. Es el primer monje de Occidente.
La
Orden se extendió por España y Portugal. Albergó a más de tres mil religiosos,
46 monasterios y una de las más influyentes e importantes de España. Su
disciplina, de las más exigentes.
La
desamortización de Mendizábal los dilapidó. Malvivieron veinte años
exclaustrados. Trataron de restaurarla en El Escorial y Guadalupe sin éxito.
En
1925, a solo diez años de la desaparición (en derecho canónico, cien años de
inactividad implica su extinción) resurgieron en Santa María del Parral. Fray
Manuel Sanz, su artífice. Hoy beato, fusilado en Paracuellos del Jarama, en
octubre de 1936
Sobreviven
a la guerra civil. Reaparecieron en San Isidoro del Campo (Santiponce, Sevilla,
1956), San Jerónimo de Yuste (Cuacos, Cáceres, 1958) y nuestra Señora de los
Ángeles (Jávea, Alicante, 1964)
Falta
de vocaciones, según ellos, y a las consecuencias postconcilares. En 1978 cierran
Jávea y Santiponce; en 2010, además, por problemas económicos, Yuste. Solo
sobrevive Santa María del Parral en Segovia.
Hace
unos años decidí pasar unos días con ellos. De la experiencia… Cuando llegué el día alcanzaba su cenit. Hacía poco
que había llovido. El Monasterio de Santa María del Parral está al otro lado de
la ciudad conforme se viene de Madrid. Me pierdo por el camino. Pregunto y,
cuando llego, un monje que sabe de mi venida, me abre las puertas. Paso bajo árboles
centenarios.
... Solo
piden silencio y si no se acude al refectorio, comunicarlo. La Liturgia de las Horas forma parte de su esencia.
Once monjes a finales del siglo XX (cuando estuve, hace unos años, solo
quedaban seis) y seis seglares (‘temporeros’).
Hace frío. Es noche cerrada. Bajo a Maitines. A las cinco y media comienzan los monjes el rezo del Oficio. La salmodia se repite. Son cantos de alabanza. Los religiosos ocupan el coro; al resto y, al mismo nivel, se le asigna lugar en la sillería
(Pd. Apunte: Una experiencia contemplativa con los Jerónimos
de Santa María del Parral. Segovia.)
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