27 de
noviembre.
Nos las andamos con la resaca de la riada que se ha llevado por delante mucho
de la economía de la zona y demasiadas ilusiones. Por cierto, de ayudas de la
Administración Central y de la Junta de Andalucía para agricultores de Álora, hasta
el día de hoy, nada de nada. Se puede decir más alto. ¿Más claro?, aunque
cuando se ve lo de Valencia uno hasta siente sonrojo de decir estas cosas…
Los que
sí han llegado han sido los pichis. Suena a chotis y a Celia Gámez, pero no. No
va por ahí la cosa. Me refiero a esos pajarillos diminutos que aparecen cada
año cuando tienen que hacerlo, o sea en otoño.
Vienen
de los países fríos del norte de Europa. De esos lugares donde se congelan las
aguas por las noches – aquí se han empeñado en congelarnos el alma y van camino
de conseguirlo – y al amanecer las fuentes no echan agua y los chorros son
estalactitas que penden sobre los pilares.
Los
pichis buscan las tierras cálidas del sur. Son sociables y poco temerosos.
Tienen la pecherilla con una capa de plumas color anaranjado. Les da una
pincelada preciosa de color en contraste con el resto de su plumaje grisáceo.
Tienen pico fino (es un insectívoro). Oculto entre los naranjos, durante un
rato he escuchado el canto monocorde del carbonerillo común – el pajarito del
agua –, ese que anuncia si va a llover según nos conviene creerlo o no.
Mientras yo me las andaba en mis cosas, él, un
pichi forastero que se ha presentado sin avisar, con vuelos cortos y breves - del
suelo a las ramas bajeras - ha estado un
rato conmigo. Parecía como que me pedía explicaciones del porqué de muchas
cosas y esperaba que yo le contase algo.
Hacía
un día raro. Nubes altas, muy altas. Iban o venían. No lo sé. El hombre del
tiempo ha informado de no sé qué borrasca que está sobre las Islas Británicas y
nos manda aire frío pero, realmente no hacía frio ni viento. Verdeguean
algunas lomas; en otras, la gente se ha puesto a sembrar y ha aparecido el
color ocre…. Ya se sabe “por San Andrés ni a tu padre se las des ni quince días
antes ni quince días después”.
El
refranero tiene cosecha en el mes noviembre con abundancia. Estamos a la espera
de los “vareaores” de San Andrés que si no vienen antes, vienen después.
Los que sí han venido han sido los pichis y los podadores municipales que han
dejado desplumado al ficus gigante del parque y a los pajarillos sin lugar para
pasar la noche…
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