miércoles, 6 de noviembre de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Mediterráneo: mar de vida y muerte

 

                           


6 de noviembre, miércoles. El Mediterráneo es un lago interior enorme. Tiene una salida natural, por el Estrecho de Gibraltar, hacia el Atlántico; otra, artificial, por el Canal de Suel y el Golfo Pérsico, al Índico. Los romanos – dominaron sus orillas – lo llamaron Mare Nostrum.

En sus extremos, los fenicios nos enseñaron el alfabeto, a cultivar olivos, vides y el comercio. En el otro, desde la Península Ibérica se buscó la expansión por un mundo. Se supo que era redondo.

España aún no lo era. Todavía no tenía consolidados sus dos grandes reinos: Aragón y Castilla. (La empresa del descubrimiento es esencialmente castellana) llevó la manera de hablar, religión, costumbres y algo infinitamente superior a todo eso: llevó el mestizaje que es el mayor de los enriquecimientos naturales posibles.

En sus orillas nacieron tres religiones monoteísta importantes: cristianos y judíos; la tercera, la musulmana, un poco más al interior, en los desiertos de Arabia. Desde la Península de Anatolia tuvo con los turcos una gran expansión. La otra se hizo por las orillas del norte de África.

Egipto aportó una cultura diferente. Reyes que eran dioses, que escribían con una grafía distinta y unas construcciones únicas y originales. Además, rodeados de desiertos, exprimieron al Nilo. Le sacaron comida, vida y caminos hasta el interior del continente.

De Grecia vino el amor por la belleza, el arte, la filosofía y esa manera de convivir que se llamó Democracia. Naturalmente, diferente a la de hoy. Roma nos dio la lengua, las comunicaciones. Sus Vías unían todo el Imperio y el Derecho… En occidente somos hijos de Grecia y Roma. Otros pueblos también aportaron. En este espacio es imposible resumirlos.

El Mare Nostrum es un mar de muerte. La cultura nacida en sus orillas, a veces, impuso su cerrazón de miras. A aquel que dijo que todos los hombres eran iguales y hermanos, lo crucificaron. Ellos defendían ‘ojo por ojo y diente por diente’. Se valieron de Roma para quitarlo de en medio. Años después hubo quien quiso imponer que no hay más dios que el suyo. El imperio Otomano lo llevó hasta donde se lo permitieron los de enfrente-

Tiene este mar otra muerte. Sus aguas calentadas en veranos tórridos alcanzan temperaturas altas; luego, evaporación y descargas torrenciales en sus orillas. Lo arrasan todo. Estamos en la resaca de la última.

Hay más. La muerte silenciosa. Es el mayor cementerio azul. Esconde en sus fondos a personas que huyen de la miseria…

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario