6 de noviembre, miércoles. El
Mediterráneo es un lago interior enorme. Tiene una salida natural, por el
Estrecho de Gibraltar, hacia el Atlántico; otra, artificial, por el Canal de
Suel y el Golfo Pérsico, al Índico. Los romanos – dominaron sus orillas – lo
llamaron Mare Nostrum.
En sus extremos, los fenicios
nos enseñaron el alfabeto, a cultivar olivos, vides y el comercio. En el otro, desde
la Península Ibérica se buscó la expansión por un mundo. Se supo que era
redondo.
España aún no lo era. Todavía
no tenía consolidados sus dos grandes reinos: Aragón y Castilla. (La empresa
del descubrimiento es esencialmente castellana) llevó la manera de hablar, religión,
costumbres y algo infinitamente superior a todo eso: llevó el mestizaje que es
el mayor de los enriquecimientos naturales posibles.
En sus orillas nacieron tres
religiones monoteísta importantes: cristianos y judíos; la tercera, la
musulmana, un poco más al interior, en los desiertos de Arabia. Desde la
Península de Anatolia tuvo con los turcos una gran expansión. La otra se hizo
por las orillas del norte de África.
Egipto aportó una cultura
diferente. Reyes que eran dioses, que escribían con una grafía distinta y unas
construcciones únicas y originales. Además, rodeados de desiertos, exprimieron
al Nilo. Le sacaron comida, vida y caminos hasta el interior del continente.
De Grecia vino el amor por la
belleza, el arte, la filosofía y esa manera de convivir que se llamó
Democracia. Naturalmente, diferente a la de hoy. Roma nos dio la lengua, las
comunicaciones. Sus Vías unían todo el Imperio y el Derecho… En occidente somos
hijos de Grecia y Roma. Otros pueblos también aportaron. En este espacio es
imposible resumirlos.
El Mare Nostrum es un
mar de muerte. La cultura nacida en sus orillas, a veces, impuso su cerrazón de
miras. A aquel que dijo que todos los hombres eran iguales y hermanos, lo crucificaron.
Ellos defendían ‘ojo por ojo y diente por diente’. Se valieron de Roma para quitarlo
de en medio. Años después hubo quien quiso imponer que no hay más dios que el
suyo. El imperio Otomano lo llevó hasta donde se lo permitieron los de
enfrente-
Tiene este mar otra muerte. Sus
aguas calentadas en veranos tórridos alcanzan temperaturas altas; luego,
evaporación y descargas torrenciales en sus orillas. Lo arrasan todo. Estamos
en la resaca de la última.
Hay más. La muerte silenciosa.
Es el mayor cementerio azul. Esconde en sus fondos a personas que huyen de la
miseria…
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