jueves, 28 de noviembre de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Granada será tu cruz

 

 


28 de noviembre, jueves. Iba desde el Campo de Gibraltar a Granada. En la serranía de Ronda, cerca de Gaucín a donde pensaba vender libros, en 1536, se encuentra un niño descalzo por el camino. Le dice que sus alpargatas no le están bien y lo carga sobre sus hombros. Llegan la fuente de la Adelfilla. El Niño se transforma y le dice: “Granada, será tu cruz”. Y desaparece.

El hombre había tenido una vida azarosa desde sus comienzos. Fijan su nacimiento en Montemor -o- Novo (Portugal); otros, en Casarrubios del Monte (Toledo), hijo de padre judío y de madre cristiana. Ese trastoque podía ser una maniobra para despistar porque no era ‘cristiano viejo”.

A los doce años está de pastor en tierras toledanas. Luego, se enrola en los ejércitos de su tiempo. Participa en batallas e incluso se salva de la horca en el último momento por chiripa. Vuelve a Portugal, se va para África, y sirve en Ceuta, entonces portuguesa, a la familia Almeyda, desterrados por el rey de Portugal. Eran tan pobres como él, pero los socorre y sobreviven.

Se vuelve para España. En Granada vende libros, pide limosnas. Escucha predicar a Juan de Ávila. Da un giro a su vida. Socorre a los necesitados. Se pasea desnudo. Lo tachan de loco. Aloja a los pobres – que en aquel tiempo eran muchos; ahora, también – en casas de quienes le ayudaban a él. Lo encierran.

Una vez fuera del hospital decide ir a Guadalupe. Profundiza en su idea de fundar casas de acogidas para locos, pobres, enfermos, necesitados y expulsados de la sociedad. Concibe la idea de fundar una Orden hospitalaria. A la primera fundación le sigue otra en la Cuesta de Gomérez. Conoce a Antón Martín – el de la plaza, calle y estación de Metro de Madrid – que había ido Granada para vengar la muerte de su hermano. Recapacita y se une a él. Luego vienen otros, y muchos otros más.

Salen al encuentro de los necesitados. Los acogen sin poner condiciones. “Todo necesitado tiene derecho a ser atendido”. Desarrollan métodos pioneros para aquel tiempo. Respetan la dignidad de las personas. Son sensibles, humanos y, sobre todo, cristianos.

Muere en 1550 con cincuenta y cinco años. Lo entierran en el Carmen de los Mínimos. Sus restos permanecen allí hasta el 28 - tal día como hoy - de noviembre de 1664. Posteriormente, los trasladan a la Basílica que habían construido con su nombre. Hablamos de San Juan de Dios, fundador de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios.

 

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