15 de noviembre, viernes. No sé
por qué. A lo mejor es que somos muy desagradecidos y no le reconocemos todos
los méritos que encierra. Siempre he tenido el tufillo de que los años
bisiestos tienen mala leche y peor literatura. A veces cavilo en que esa
literatura no tiene nada ver ni con la bondad ni la maldad, simplemente,
representan lo que, en esencia, son.
Han ocurrido una serie de acontecimientos
este año – de enero a estos finales de noviembre – que a uno le sientan como
mal. Se le puede quitar el ‘como’. Sientan mal, simple y llanamente, mal, por
suavizar un poco y no dice que les hielan el alma. Pienso en los ancianos que esta
noche pasada han muerto en la residencia de Villafranca de Ebro o en aquellos
niños pobres – pobres de los de verdad – que veían los dulces al otro lado del
cristal del escaparate de la confitería.
- “Niño, no los mires, le dijo
una vez, un hombre sin sentimientos, a un niño al que se le iban los ojos – y
otras cosas - detrás de lo que había en la vitrina, que esos no son para ti”.
Hoy, aquel niño de entonces,
está representado en esos niños que ya no mirarán desde el otro lado de los
cristales de la confitería a eso que llamamos vida. Se los ha llevado una
riada. La llaman Dana. Deberían llamarla, demonio (o fuego que es donde se mueve
en su ambiente). Alguien, por incompetencia profesional, por avaricia de su
bolsillo insatisfecho, o por su papanatismo ideológico decidió que no había que
limpiar algunos cauces… Esos niños dos hermanos, se llamaban Rubén e Izán. Dicen que tenían cinco y tres años…
En una ocasión alguien dijo que
cuando los niños mueren son angelitos que van al cielo. Angelitos por supuesto
que son. Y también es muy cierto que, a sus padres, a su familia, a sus amigos
los han condenado al infierno que les toca vivir…
Recuerdo a Cervantes. En el
capítulo XVI del Quijote después del apaleamiento que sufren en la venta que el
loco cree un castillo encantado, hablan entre ellos. Sancho Panza sentencia:
- “Sin duda, señor, que este es
el moro encantado, y debe guardar el tesoro para otros y para nosotros solo nos
guarda puñadas y candilazos”.
Seguro que don Miguel no se
molesta si en lugar de ‘moro’ – porque han cambiado los tiempos – ustedes ponen
los nombres que crean necesarios…
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