Málaga. Alameda Principal
26 de noviembre, martes. Málaga,
después de la conquista, tuvo un crecimiento urbano que la sobrepasó el límite
impuesto por las murallas y por el río Guadalmedina. Desde el XVII al XIX fue muy importante para su
economía la industria, los productos agrícolas comercializados desde el puerto
y, luego, con el ferrocarril.
El campo malagueño sufrió un
parón demasiado grande con la aparición de la filoxera; las crisis industriales
a causa de la carencia de materias primas y la competencia con otras zonas
influyeron, también, en gran manera. Aquella sociedad vio a su siderurgia, que
en algunos momentos había roto moldes, languidecer hasta llegar a su
desaparición.
Los cultivos de viñedos, solo recuerdos.
La exportación de la pasa y los vinos dejaron paso a otros nuevos,
principalmente, de cítricos de su Hoya (los cereales estaban en la llanura de
la vega antequerana que, en su paroxismo, se autoproclamaron “nodriza de
Málaga”) algo de almendras y aceites.
Las riadas periódicas del
Guadalmedina hasta su encauzamiento con las construcción del pantano del
Agujero sembraban de muerte barrios pobres y deprimidos como el Perchel, la
Trinidad e incluso el “Bulto” – barrio más de pescadores – al que también ahogaba
la carencia de pesca de bajura en la Bahía. Los barcos cada vez tenían que ir a
buscarla más lejos y las traíñas tenían más de pintorescas que de apoyos a la
economía.
El XX vino marcado por las
Guerra de África y por Guerra Civil. Luego, en la segunda mitad, la presencia
del turismo propició un viraje muy importante. Málaga comenzaba a dejar de ser
una ciudad provinciana alejada de las fuentes del poder económico y financiero.
En la Hoya de Málaga se
expandieron los cultivos de cítricos. El Plan Guadalhorce pretendía regar un
número de hectáreas a las que no se llegó ni por asomo. Riegos obsoletos, carencias
de inversiones y planificaciones nefastas unidas a varias inundaciones han puesto aún más el pie en el cuello a una
economía de difícil salida.
El turismo ha propiciado una
calle ininterrumpida desde Estepona a Nerja con una conurbación de disparates
urbanísticos clamorosos. La falta de estudios rigurosos ha sembrado la Axarquía
de productos subtropicales exigentes en agua, algo de lo que se carece en los
momentos precisos, o arrasa en otros. Se han disparado los precios de la
vivienda, no se ha planificado el suelo, las comunicaciones van por detrás de
las exigencias y a lo mejor, no nos estamos dando cuenta, que este crecimiento
puede ser pernicioso porque las plagas como el tiempo llegan en silencio y corre el peligro de empujar a un precipicio que conduzca a
la muerte de éxito.
Al cumplirse casi el cuarto de
siglo del XXI, las circunstancias y los hombres marcarán el futuro…

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