domingo, 24 de noviembre de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. ¿Otra Toscana?

                            


24 de noviembre, domingo. El macizo del Hacho cierra el paisaje de Álora por el poniente. Hablan que corta la trayectoria de las borrascas que entran por el golfo de Cádiz y por eso, aquí, pasan de largo y no llueve cuando lo hace en otros lugares con la dulzura como cuando “Dios, como dice el maestro Barbeito”, toca las cuerdas del arpa”.

Dicen, también, que no tiene poder sobre las Danas que traen en sus entrañas las ideas de satanás y por eso cuando descargan dejan ruina, desolación y muerte. Debe ser, seguro, por esas cosas que lleva siempre consigo aquel ángel caído que se llamaba Lucifer y nosotros lo conocemos por diablo.

Sobre el macizo, desde el monte Redondo, al que de niños subíamos porque desde allí se veía el mar, hasta la Cruz que se asoma al precipicio – a sus pies, recostado el pueblo – se columbran unas nubes, ¿y si son plumas de ángeles que lleva el viento, me pregunto? que van a alguna parte…

La erosión de siglos esparció la tierra suave y fértil desde las cumbres al río, porque es una ladera suave que baja hasta la orilla del Guadalhorce donde dejan sus aguas, pocas, eso sí, los arroyos de Acuña, de Catalina Díaz, el arroyo Hondo… Sí, ese que es tan viejo que en un tiempo los iberos de entonces construyeron una alfar y allí hacían tinajas de barro cocido para que los fenicios que subían, en su afán comercial, por el río, al regresar en su bajada camino del mar de Ulises, se llevasen aceite y vino…. ¡Qué cosas, ¿verdad!

El pueblo, que a todo pone nombre, a parte de esas tierras las llamó: la Viñuela del Soldado, los Pechos de la Villa, los Peñones de Juan Díaz, el Baece, Canca  - donde los romanos hicieron unas termas para deleite del cuerpo y de la tertulia pero que la desidia de algunos hombres no ha querido conservar -, Cabrera, Las Lomillas…

Ahora, porque la fantasía no tiene límites, Marilina que ve lo que todos miramos, pero solo ella ve, nos ha regalado una fotografía excelente: un cielo azul, un manto verde sobre la tierra fértil salpicada de olivos  y casas blancas y sin decir nada ha dejado un mensaje: “ahí queda eso”. Uno, vive inmerso en ese paisaje. Recuerda aquella canción de Mikis Theodorakis y Gloria Lasso: Luna de miel.

Manuela ha comentado la foto y en su opinión, le falta “denominación de origen para llamarla otra Toscana”. Me pregunto y no es chauvinismo, ¿y si aquella, salva las distancias y se mira en este espejo?


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