Canal de Castilla. (Otoño)
11 de noviembre, lunes. El viajero deambula. Lo suyo es eso. Ir a cualquier parte y luego lo lleva al papel y en tardes como ésta, cuando el otoño reboza la melancolía la echa fuera del alma y la comparte.
Recuerda que cruzó la Tierra de Campos, mar de cereales; llanura inmensa. Salvó el arroyo de Fuenteandrino, el Canal del Pisuerga y el arroyo de la Robriza. En Támara no había nadie en la calle. Supone que cuando la gente va al médico o al mercadillo, puede que echen la llave por debajo de la puerta.
Junto
a la iglesia impresionante de San Hipólito pidió a un ciclista que lo inmortalizase
en una foto. El hombre le dijo que era de Valladolid. Hacía el Camino de
Santiago en bicicleta. Subió al Hospital de San Juan de Jerusalén, miró la casa
del Priorato de San Miguel. Y recordó
que en esta llanura se celebró la batalla de Tamarón entre leoneses y
castellanos.
Antes de Támara de Campos tuvo un encuentro con el Canal de Castilla. Echó mano de los apuntes y confirmó que Támara tenía 72 habitantes y un pasado esplendoroso. Delante de San Hipólito el Real repasó parte de su historia. Un botón de muestra: 1127, Alfonso VII de León exigió a su padrastro: Alfonso I de Aragón la devolución de las plazas ocupadas durante su minoría de edad. Se firmó el Pacto de Támara. En el arreglo entró que al aragonés se le reconocía soberanía sobre Vizcaya, Álava, Guipúzcoa, Belorado…
El
Canal de Castilla – luego arruinado por el ferrocarril – fue la obra más importante acometida en estas tierras en
el XVIII. Por Piñar de Campos llega a las esclusas, hoy testimoniales; luego,
regresó a Frómista. Se deleitó con San Martín, pasó un rato deleitándose en la
contemplación de los capiteles. Anduvo,
también por Población de Campos, Revenga y Villarcázar de Sirga, Carrión de los
Condes donde nació el marqués de Santillana…
Cruzó,
otra vez, ahora en otro sentido, el río Carrión, y luego, de nuevo el Canal, y
echó sobre tus espaldas kilómetros de soledad. No transitaba casi nadie. Iba
solo. Contemplaba, miraba, se empapaba de un horizonte entrecortado por oteros;
algunas choperas. Tractores. El hombre castellano trabajaba su tierra.
Ahora,
el otoño habrá vestido de oro viejo las choperas de las orillas y el viajero, a
solas, las sueña en la lejanía…
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