viernes, 10 de marzo de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Mujeres que dejan huella: La mujer del pórtico de San Juan



10 de marzo, viernes. El frío de la mañana le hace exhalar un vaho denso a cada golpe de respiración. Harapos y suciedad; soledad por fuera y por dentro. Tiene una edad indefinida. Demasiado joven para ser vieja y demasiado vieja para ser joven. Se acurruca en el cancel de la iglesia: parroquia de San Juan; Málaga, centro. No sabemos su nombre. Miramos para otro lado -yo, también- los viandantes de la calle a horas tempraneras.

La mujer probablemente habrá venido de ¡sabe Dios dónde! Pide unas monedas, pide algo. Emite palabras ininteligibles a cada paso indiferente de los que llevan -yo, también- prisa, demasiada como para detenernos. Hay quien acalla la conciencia con unos céntimos de euro.  Piensa uno en el poco precio que tiene el remordimiento.

Transita más gente. Entran al templo (pocos, eso sí) pero pasan de la mujer y de las circunstancias. “Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina…”, en referencia al olmo centenario, escribió, un día don Antonio Machado. No es el caso. La corteza de su mano, de mujer pobre y abandonada, es mugrienta. La extiende, de manera mecánica, lenta y acompasada, una y otra vez. El mismo resultado.

Una señora -camina en sentido contrario- murmura: “Estamos hartos de pedigüeños”. Y, se pregunta, en voz que oímos todos. “¿Por qué no se quedan en sus países”? Silencio -yo, también- cobarde y aquiescente. Me trago para mis adentros que sé, que en España hay más de quinientos mil y, que seis de cada diez pobres extremos, tiene menos de 25 años. ¿Cuántos son mujeres? La huella de estas mujeres, si es que la dejan, se borra demasiado pronto…

Otras piden en las puertas de los museos, estaciones, lugares a donde confluye mucha gente…Convendrán, también, conmigo que se han llenado las calles de cuentistas, lisiados, aporreadores de la música, chalaneros y truhanes. La sociedad tiene que ponerlos en su sitio, aunque, si ya están en la calle ¿dónde los ponemos? Urge más la respuesta para éstos, para los que carecen de lo más básico. Sobran palabras. Y cómo Miguel Hernández, preguntamos -yo, también- ¿De dónde saldrá el martillo / verdugo de esta cadena? ¿Ustedes tienen la respuesta? Yo, tampoco.


 

 

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