viernes, 17 de marzo de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Llama a la puerta.


                           


17 de marzo, viernes. Ya está aquí. Se ha echado a la calle sin avisar y con un silencio íntimo lo invade todo con ese perfume que ella le da a los parques de los pueblos y de la ciudades grandes – el Ayuntamiento de Sevilla es el mayor productor de naranjas amargas de Andalucía –, de los pueblos de medio pelo (sería más cursi decir eso de mediopensionistas, pero bueno ha salido así).  ¡Qué pocos pueblos en nuestra tierra no tienen un naranjo en algún rincón recóndito!

Ha llegado como viene todos los años. Cumple su ciclo. Se asoma, amaga -abrió los primeros brotes florales cuando la candelaria encaraba febrero, y luego, conforme avanzó el mes, dejaba constacia discretamente, sin hacer ruido y casi sin pedir permiso.

Vino marzo que este año, por no ser no es ni ventoso como lo vende refranero, y ella se adueñaba de todo. Se asomó entre las ramas tupidas y cobijó los primeros nidos de chamarines y dejó que anidasen los mirlos en los encuentros de sus troncos y los cobijó durante la noche para cuando la brisa del alba llegase tuviesen su cobijo.

Abril, ese que asoma por los alcores y por los sotos festoneado de ampolas… Allí, en la las lomas onduladas con trigos y cebadas que claman por el agua que no los riega, que no quiere llegar, que parece que ha perdido el camino y se las anda por no se sabe dónde. En los sotos, con algarabía de pájaros al amanecer y sobre todos, los trinos del ruiseñor. ¡Ay, amor….! Si miran al cielo, a lo mejor aún ven a Venus que se resiste a irse, que quiere quedarse un ratito más, como los niños remolones que no encuentran el momento de irse a la cama.

Se visten las veras de los caminos de flores, florecillas silvestres diminutas de las que uno desconoce sus nombres. Otras, las margaritas festonean con la benevolencia de su color -amarillos, en el su corazón y pétalos blancos - prados y sembrados. ¿Margarita, me quiere? Sí no, si no….. Cantaban las niñas en la rueda. Y me quedo sin saberlo. Lugares que uno se lleva dentro y les da cobijo y los recuerda y siente esa predilección por ellos porque le hizo saborear esos momentos únicos que solo se consiguen cuando se asume que “el paisaje es un estado de alma”. Casi ya está aquí la primavera….

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