viernes, 31 de marzo de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora.Vísperas.

 

                                   


31 de marzo, Viernes de Dolores .Tiene colgado el pueblo gitanillas en los arriates de la calle, en los balcones de forja, en el corazón que pide primavera. Hay vuelos de palomas que van temprano al campo y se vuelven por la tarde cuando la noche se asoma por los cerros y dicen las estrellas que ahora, precisamente ahora, les llega su momento.

Tiene el pueblo un no sé qué que revolotea porque se toca con la yema de los dedos el Domingo de Ramos y hay apuros de madres que tienen que echar abajo los dobladillos de las túnicas. Los niños se nos va haciendo grandes, y nosotros sin darnos cuenta.

Tiene el pueblo colgaduras en los balcones para recibir a Jesús sobre una borriquilla que dice que hay otro Jerusalén, el nuestro. Ellas, madres de aquí con sus niños procesionándose. Vestidos y zapatos nuevos, porque quien no estrena el Domingo de Ramos… Pues eso.

Tiene el pueblo aires de claveles reventones, rojos, morados, lilas. Vinieron de no sé donde para darle colorido al trono del Huerto, ese que baja, entre dos luces del Calvario, del nuestro, y se reencuentra un año más con su gente que espera en el Camino Nuevo que se va haciendo viejo en el recuerdo.

Tiene el pueblo aires de una primavera que trae en sus adentros calores de veranos y sudores viejos y pajarillos que acuden a pasar la noche desde los trigos - ¡qué pena de trigos espigados tan pronto, tan temprano, cuando aún no es su tiempo y tienen ya a mano una muerte tan certera ! – a los árboles del parque, a los naranjos ahítos de azahar y aroma, a esos árboles que le dan cobijo para que no tengan miedo. Ningún miedo.

Tiene el pueblo, mi pueblo, Álora, recostada en el faldas de El Hacho olor a Domingo de Ramos, a palmas blancas que vinieron de lejos, de muy lejos y a tallos de olivos tiernos, y a retamas y a mimosas vestidas de flores nuevas  y a gayumbas y a rosas y a olor a incienso, a romero,  a vela y a cirio y a mantilla, y a niña que pide cera y a tacones de zapatos negros, y a eso que, cada año, renovamos y… que  llamamos Fe, porque Dios y su Madre, de muchas manera, se viene al encuentro con su gente, con su pueblo, que es el mío, en cada esquina, en esos lugares únicos donde salimos a su encuentro…

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