13 de marzo, lunes. Hace
unos días los alcaldes de las zonas afectadas han dicho: “No”. Que un alcalde
diga no en los tiempos que corren puede suponer que está contra algo o contra
alguien. Tiene explicación. Lo que ocurre es que a lo mejor su explicación no
interesa a algunos ‘interesados’.
Verán. Desde hace unos años se
ha desarrollado una vorágine de colacar placas solares. Ni bueno ni malo, sino
todo lo contrario. Cuando el ciego le arrió al lazarillo y le rompió el jarro
de barro en la cara, lo curó con vino y le dijo aquello tan sabido de “Lázaro
lo que te enfermó te cura y da salud”
Nadie en su justo razonamiento
se opone al progreso ni a la implantación a las placas solares. La oposición
surge cuando van contra la lógica, contra el sentido común, contra el destrozo
del paisaje y de entornos únicos…
En Álora, mi pueblo, quieren
poner un parque solar en un lugar precioso. Un paraje entre el arroyo de las
Piedras, el que viene desde los Prados de Eslava en El Torcal por el Valle, y
el Peñón del Negro, hasta Las Mellizas, y el Cerro de Virote. Ponerlo allí es
algo así como pegar chillidos desde lejos y lo van a escuchar hasta en las
tinieblas.
Somos conscientes que a nuevos
tiempos se les responde con nuevas tecnologías, pero nadie en su sano juicio
propicia y alienta un destrozo ecológico de una magnitud enorme. Para más
sinrazón el nuevo ‘parque’ (¿?) va junto al corredor verde que unirá el
Mediterráneo con el paraje natural de El Chorro. ¿Cabe más disparate?
Mi alcalde, Paco Martínez - y
otros alcaldes - ha dicho donde tiene que decirlo que “eso, no”. No se ha
negado en banda. Ha dicho que se coloque donde no haga daño. Ha dicho, también, que ya soportamos dos
líneas de ferrocarril: AVE y el Convencional, un tramado de cableado eléctrico
mayor que el de otros pueblos por nuestro término municipal… Lleva razón.
Algún día en esta España nuestra
donde se ha abierto la puerta del “todo vale” y “bolsillos” llenos se sabrá
quienes se están forrando en aras de defender un progreso un tanto raro y está
dejando tirado a las personas que con más buena voluntad que resultados
intentan lo mejor para sus municipios. En esta ocasión, mi alcalde ha dicho,
no. Me temo que su clamar y el de sus vecinos que lo apoyamos – se hizo incluso
una recogida de firmas en su día- totalmente, no va a ser escuchado. Ojalá me
equivoque, ojalá.
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