miércoles, 29 de marzo de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Ciruelos en flor

 


29 de marzo, miércoles. Están preciosos. Tienen la Gracia de Dios en sus ramas y se han vestido de blanco, de rosa, de fucsia, de ese color que no es morado ni malva ni violeta y que yo no sé cómo se llama pero que desde lejos le da al campo una tonalidad diferente, distinta, como sólo él sabe dársela.

Dicen que ya están los cerezos del Jerte en flor. Ese es otro canta. Ese es uno de los espectáculos que uno debe ver, al menos, una vez en su vida. Es algo así como asomarse al precipicio y saber que si se da un paso al frente se ha acabado la tierra porque es el Cabo Norte, pues algo parecido, pero en belleza natural. Pocas cosas hay más asombrosas que ver las laderas que bajan del Piornal o Valcastilla hacia Navaconcejo, Tornavacas, Cabezuela pespunteadas de blanco…

Ahora, por aquí por mi tierra donde no tenemos cerezos, los ciruelos dicen que ellos son los hermanos más pobres y que casi nadie los valora o los canta. Como todos los humildes tienen su propia luz, en este caso, el de sus flores, que los hace especialmente bellos, bellísimos.

Me acuerdo de una anécdota. Manolo, fotógrafo amigo, me contó que una señora llevó a su niño a hacerle un reportaje para el álbum de la Primera Comunión.  La señora vistió al niño de almirante, sus cordones dorados, hombreras con tirabuzones, un librito, cerrado con una hebilla dorada, con las pastas de nácar y unas palomas arrobadas que miraban a unos ángeles melosos… Lo sentó en la silla preparada….

-         Espere, espere usted, le dijo, que no le he puesto la colonia…

Las flores de los ciruelos carecen el olor perfumado del azahar, pero le ganan en belleza porque son más hermosas, más frondosas, más sensuales... No anidan los pájaros en las ramas de los ciruelos porque ellos en su derroche de belleza lo echan todo a la flor y dan al campo esas pinceladas únicas de color ahora que la primavera entra con pie propio y deja que arrulle el cuco en la sierra y haya cantos de ruiseñores al amanecer o de chamarines y jilgueros que anidaron en otros árboles. Están los ciruelos en flor, y el campo – que lo está pasando mal, muy mal, por la falta de agua – regala su belleza de cada día.

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