2 de marzo, jueves. Suenan
– por ser tambores, a lo mejor sería más correcto, resuenan – sonidos roncos,
opacos, imponentes, graves, secos…. Suena a algo tan propio de las celebraciones
de la Semana Santa como eso que, si no está en la calle acompañando a las imágenes,
falta algo. Como falta algo si no hay nazarenos y niños que juegan con la
cera de las velas.
Andalucía cuando llegan estas
fechas se echa por la calle de en medio. Hay torrijas en los escaparates de las
pastelerías, y gente joven - ¿Qué sería del mundo sin la gente joven? – que sacan
brillo a los candelabros de alpaca que aspiran a plata en las penumbras
umbrosas de algunos templos. Hay olor a romero que trajeron del monte para
ponerlo a los pies del Cristo – “Padre, perdónalos porque no saben lo que
hacen” – que aparecerá al revolver de una esquina. Hay dolorosas de
lágrimas que corren por la cara, mantos negros con profusión de bordados y
una espada que atraviesa un corazón compungido…
Los pueblos
han buscado tallos olivos tiernos y palmas blancas que vinieron de un pueblo lejano
para recibir al Domingo de Ramos, “Hosanna al que viene en nombre del Señor”…
Luego, vendrán tambores de luto y otras cosas, y se rematará el Domingo de Resurrección:
- “¿Por
que buscáis entre los muertos al que no está aquí?
- “¡Maestro!”
Cada año,
maravillosamente igual y distinta. Lo decía mi entrañable José Mari Martín
Urbano. Este año verá al Coronado de Espinas y a la Virgen de Gracia desde un balcón
de privilegio en el cielo.
Ciudades, pueblos grandes, medianos
y medio pensionistas celebran la Semana Santa, a su modo y manera, como mejor
saben y pueden. La calle Ancha -y otras muchas calles - serán un altar al que
sube la plegaria, a lo mejor sin incienso, pero con un ¡ay! que escapa del alma
por la garganta.
Mañana, o sea, dentro de un
rato, en el atardecer del primer viernes de Cuaresma, mi hermano electo Bartolomé
Ordóñez Guerrero, que tiene nombre de hombre recio de pueblo y apellido de
arte, pregonará, o lo que es lo mismo, rezará en voz alta a Nuestro Padre Jesús
y a la Virgen de los Dolores, en su pueblo, en la Cueva del Becerro. Un ramillete de amigos vamos a estar a su vera.
Este hombre que reza en las noches de Adoración nocturna a Jesús Sacramentado,
nos va a decir, cómo se le puede rezar, también de otra manera…
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