Río Guadalquivir.
12 de
septiembre, lunes. Decía Santa Teresa, aquella monja que andaba
caminos fundando y reformando conventos para gloria del Creador, que “entre los
pucheros andaba Dios”. Era, una manera de mostrarlo cercano, próximo, algo así
como al alcance de la mano.
Una mañana de este final de
verano – que se va, que se va yendo, pero que no quiere irse, a pesar de las
cuatro gotas de hoy - Pilar, esa mujer que se esconde tras un objetivo para
enviarnos unas fotos preciosas sobre el río, sobre su río, sobre el
Guadalquivir, ha captado a la pajarería a la que Dios ha mandado a darse un
chapuzón mañanero.
El río viene – “te vi en
Cazorla nacer y en Sanlúcar morir” - de tierra de sierras quebradas entres
pinos, en medio de un olor a resina y a monte, de cumbres que quieren acariciar
el cielo…
Luego, se abre paso sereno, sin
prisa – sin bulla que diría el castizo – entre olivares donde vuelan por las
noches claras las lechuzas y después – eso lo contaba don Antonio cuando el
destino lo llevó por tierras de Baeza – van a beber en el velón de aceite que
alumbra a Santa María en la catedral…
Cuando el río ya está ahíto de
olivos, se alinea paralelo como esos nazarenos que en las noches de Semana
Santa que alumbran las calles con vela y asfaltan de cera el suelo, con la
Sierra Morena – “de la Sierra Morena vienen bajando, unos ojitos negros de
contrabando”, esa sierra a la que bien el pusieron el nombre….
Y se abre en campiñas feraces,
campiñas de cereal que huelen a rastrojo en las noches de julio y agosto y donde
zurean las palomas que buscan el grano perdido y, en primavera, son alfombras
verdes para que los sentidos vuelen altos, muy altos y lleven la vista a paraísos
cercanos…
Y después, naranjos, muchos
naranjos y recibe al río, a otro río, el que viene “de la nieve al trigo” y
reverencia a Córdoba y a Sevilla y a Gelves, “despacio, despacio”, que aquí es
la tierra donde nació el Gallo y en la Puebla, a la que da apellido, le enseñó
a Morante qué es eso de parar el tiempo en la media que lo acurruca – “Dios
mío, si esto es una media, ¿qué será un entera”- y él, el río, porque Dios así
lo quiso deja que la pajarería se dé, cada día, su chapuzón mañanero…
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