Cuatro Estaciones. A. María Ortega.
Dicen, los que saben, que
aquella parte del territorio donde actúa directamente el hombre o las causas
naturales tal como lo percibimos, a eso lo llamamos ‘paisaje’. Dicho así
resulta academicista, frío, distante….
Si a eso le agregamos que los
cantos de los pájaros les da una connotación especial… ¿Quién no ha escuchado
el graznido de una bandada de grajillas en lo encajonado de desfiladero? ¿Cómo
le ponemos a los cantos de los ruiseñores en las alamedas de los ríos una
alborada de primavera cuando aún el lubricán impera en toda su magnitud? ¿Qué
decimos del arrullo de las tórtolas en el brocal de un pozo una siesta de
estío? ¿Quién no ha escuchado cómo entra y gime por Los Gaitanes el viento?
A veces el piar de los
abejarucos ponen una nota diferente sobre los cielos. Algo parecido ocurre con
los vencejos al anochecer o con esas nubes negras de estorninos que regresan a
los árboles de la ciudad después de haber campado por sus caprichos en los
olivares de aceitunas maduras.
Hay paisajes de llanura, de
mares encrespados o serenos, de montañas, de lomas ondulantes que se pierden en
la lejanía. La Mancha - ¡cómo nos la dejó pintada Benjamín Palencia - es quizá
uno de los paisajes emblemáticos de la Península.
Recuerdo con añoranza los
desfiladeros de La Hermida, del Cares, de los Beyos… La Cordillera Cantábrica
es un cuadro gigante de Carlos de Häes. A veces pienso que no es así, sino al
revés, y fue el pintor quien se la trajo al lienzo y nos la regaló.
Otras veces, algunos pintores
usan los pinceles por afición y dan salida a sus sentimientos. Nos dejan
retazos de ellos mismos. Me acuerdo de Mari Pepa Rodríguez – un cuadro suyo de
un campo de cereales en la montaña palentina, regalo de ella, preside un
testero de mi casa - o esas Cuatro Estaciones
que hace unos días nos dejaba ver Antonia María Ortega…
El paisaje, dijo el maestro
Alcántara, es un estado de alma. El paisaje, además, es una prolongación de quien
lo mira, lo ve y lo aprehende. Vuelvo a citar al maestro “entre el mirar y el
ver se queda el viento” – parece igual,
pero no es lo mismo y donde se proyecta todo lo que puede soñar quien se
posesiona ante él y, además, se para a escuchar la sinfonía de los susurros
perdidos…
No hay comentarios:
Publicar un comentario