Acueducto de San Telmo (Málaga)
14 de
septiembre, miércoles. A finales del siglo XVIII, la ciudad de
Málaga tenía serios problemas de abastecimiento de aguas. Primeramente, se
intentó la traída desde la Fuente del Rey, en Churriana. Se comenzaron las
obras, se les dio un impulso grande hasta cruzar el río Guadalhorce y allí
quedó el intento. Se tiró dinero y tiempo.
Providencialmente, llegó a
Málaga un personaje excepcional: el José Molina Lario. Este hombre, aragonés,
nacido en el pueblo turolense de Camañas (hoy poco más de cien habitantes)
tenía la formación de la Ilustración. Era inteligente y tenía ganas de trabajar.
Antes de venir a Málaga realizó
obras de envergadura en Albarracín de donde fue obispo durante diez años. Fundó
un Monte de Piedad para socorrer a los fabricantes de paños de la ciudad, fomentó
las manufacturas, reparó iglesias y capillas, construyó la ermita de Santa Bárbara
en el arrabal de Albarracín.
En enero de 1776 fue promovido
al Obispado de Málaga. En solo ocho años (murió en 1783) se ocupó de las obras
de la catedral, de su capilla mayor, del órgano, platería y ornamentos (gastó
más de un millón de reales), ayudó a la construcción del camino de Málaga a
Vélez y lo que es más importante, inició las obras del acueducto que
abastecería de agua a la ciudad. Su muerte le impidió verlo culminado.
El proyecto estaba encaminado a
captar las aguas del Guadalmedina. Se
construyó una presa que retenía el agua en los momentos de crecida del río y
luego se conducía hasta la ciudad en los momentos de sequía. Los trabajos
fueron dirigidos por José Martín de Aldehuela, también turolense y que dejó
obras de gran calado en la provincia, como el Tajo de Ronda.
El acueducto tiene una longitud
de casi once kilómetros. En algunos puntos hoy está perdido, pero se conservan
algunos tramos. Hitos importantes que tuvieron que vencer fue salvar los
arroyos Humaina, Hondo y Quintana. Construyeron una alcubilla en calle Refino
para, desde allí, distribuir el agua por todas las fuentes públicas y llevarla
hasta el puerto.
La Málaga pujante en manos de ilustrados consiguió una de las obras
públicas más importantes de España. Contaron, también con la ayuda de Carlos
III y de su ministro Floridablanca. Hoy, es un recuerdo. Algo bonito en una de
las ciudades con empuje y crecimiento admirable en la España del siglo XXI.
No hay comentarios:
Publicar un comentario