martes, 13 de septiembre de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cuatro gotas

 

                           


                      Aceituna, variedad Manzanilla Aloreña

 

13 de septiembre, martes. Han sido cuatro gotas mal contadas, pero bien avenidas. La cosa comenzó tarde, de madrugada. A esa hora en la que, en los pueblos de antes, aún no había puesto la calles, y en los de ahora dicen que no las han quitado porque la gente, alguna gente, va de recogida y se encuentran con lo que salen para trabar. ¿Y saben ustedes cómo se reconocen entre ellos? Pues porque unos dan los buenos días; y otros, las buenas noches. Claro que eso era cuando la gente se saludaba y esas cosas.

Cuenta el Libro Grande, o sea la Biblia que el pueblo de Israel se las andaba por el desierto del Sinaí, una vez que había salvado el escollo del Mar Rojo – que entonces no se llamaba así – y que la cosa se puso chunga aunque no había índices de inflación y esas otras nimiedades de las que nos informan todos los meses. Les decía que no pintaba bien porque la gente no comía y entonces se enfadaron con Moisés.

El Libro es muy explícito y dice que le reprochaban que en Egipto comían y que vamos, estaban mejor y,  entonces Moisés que despachaba con Dios – ellos lo llamaban Yahvé- como quien habla con la panadera cada mañana, le contó lo que pasaba y Él les recordó que era quien mandaba y les dijo “Yo, Yahvé, soy el primero y el último; fuera de mí no hay otros dioses”. También les dijo que eran muy duros de mollera y otras cosas, pero no es el caso. Y se compadeció de ellos y cada mañana les enviaba una pan blanco – que solo duraba un día, como los de ahora – y que ellos llamaban manú  (¿qué es esto?)…

Algo parecido ha ocurrido esta madrugada. Estamos tan sedientos, tan deseosos de volver a escuchar “a Dios tocando el arpa de la lluvia” que esos cuatro goterones mal contados nos parecían como ese maná que venía del cielo.

Dicen que hay mucha gente que lo está pasando mal. Ganaderos, agricultores, - aceituna como anises -, gente de las ciudades con el grifo cerrado. Bueno, lo tienen abierto, pero como no sale agua, pues eso.

Estamos ahítos de problemas, tan hartos del entierro - ¡qué entierro más largo¡- de subidas de luz, del gas, de ocurrencias ministeriales, de tensiones… Hoy me ha dado por escribir casi en clave de humor… Ustedes, disculpen, la osadía.

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