sábado, 24 de septiembre de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. España desconocida: Los Ancares, tierra de lobos y pallozas

 

                                     


        Los Ancares. Palloza


 24 de septiembre, sábado. Por el puerto del Acebo hemos bajado hasta encontrarme, de nuevo, con el Navia, ahora remansado en el embalse de Negueria. El pantano es oscuro y tenebroso.  Sobrecoge. Se siente la necesidad de salir de allí. No me gustan las aguas remansadas de los pantanos, ni su color ni su olor. Salgo hacia San Antolín de Ibias y, puerto arriba, enfilo el camino de los Ancares.

Todavía existen pistas terrizas y senderos sin señalizar. La experiencia, excepcional. La poca gente que encuentro en San Clemente, en Rao, es extraordinariamente amable. En Balouta y Suarbol  brillan los tejados de pizarra gris con el sol del mediodía. En Piornedo, las pallozas, - “Teitadas con palla de centeno” - reliquias del pasado, denuncian lo dura que fue la vida por estas tierras.

Pablo hace años que pasó el ecuador de la vida. Pablo es enjuto, de pocas palabras y ojos brillantes. Esos ojos que han visto mucho y llevan puesto el peso de la vida. Me cuenta que de joven se fue a Bilbao. Trabajó en el monte, pero la rapaza no se hallaba y regresé…

-         Le pregunto cómo va lo del lobo por estos lugares

-         Calle, home, me dice entre medio gallego y castellano, calle, del lobo hablan los que no lo conocen. Los animales matan para comer; el lobo mata por gusto...

Bajo por el Valle de los Ancares. Toda la Reserva Nacional está quemada. Rebrota el monte bajo. Muñones de árboles ennegrecidos. Se encoje el alma al pensar en la crueldad que el hombre es capaz de encerrar dentro.

En Pereda de los Ancares – en otros lugares, también – conservan algunas pallozas. Son construcciones de muros de pizarra y techos de paja. Aquí dentro convivieron personas y animales. La vida debió ser dura con extremosidad. Compro unas botellas de orujo hecho en el alambique propio. Es alcohol puro… Raja como una faja que puede abrir en canal un lobo, un ternero, un hombre…

Sigo camino. A media tarde, desde un Puente Romano veo a la gente que chapotea y ríe en las aguas cristalinas y limpias del  río Burbia. Vega de Espinareda tiene una playa fluvial y una joya en el monasterio Benedictino de San Andrés que estaba cerrado por obras. Fabero levanta monumento al minero. La tarde se escapa, como a los niños, que jugaban hace un rato en el río, se les escapaba el agua…

 

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