viernes, 2 de septiembre de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. LUZ

 

     

         Amanece en Álora F. Marilina Cruzado Gutiérrez


2 de septiembre, viernes. Dice el Génesis que esto estaba hecho un desastre. La tierra, desordenada y vacía. Las tinieblas, por todas partes y entonces, Dios, que está en todo, vio que había que dar un arreglo, y fue dijo: “Hágase la luz” y la luz se hizo, y dispersó las tinieblas y vio Dios que la luz era buena y fue cuando separó el día – porque a la luz la llamó día – de las nieblas y las llamó noche… vio que todo aquello era bueno.

Y entonces, se le ocurrió que una estrella luminosa alumbrase durante del día y esa estrella daría calor, mucho calor en verano y recachas confortables en invierno junto a las tapias encaladas de los pueblos donde se calentase – todavía no andaba aquello del gas y las rebajas al cinco por ciento de los impuestos de valores añadidos, o sea el IVA, ni esas cosas del gaseoducto que, por cierto, por mi patio no pasa…

Y Dios creó un montón de animales. Algunos preciosos; otros, un poco menos. Cada uno viviría en su medio, si no venía quien se encargase de fastidiar el invento, claro.

Y los pájaros cantaban por las mañanas o luego. A medida que avanzaba la mañana se iban a buscar semillas al campo porque Dios creó las flores y las semillas para que a los pájaros no les faltase alimento. Y es que Dios pensaba en todo.

Y así fue poniendo las piezas cada una en su sitio y con su misión concreta. Y dijo que las olas del mar tendrían crestas de nácar para que los hombres – todavía no lo había hecho – disfrutase de la belleza cuando, suavemente, llegasen al rebalaje de la playa.

Dice el Libro que primero creó al hombre y luego a la mujer. No importa el orden, lo que sí importa es que los hizo iguales y a su imagen y semejanza y por las tardes se paseaba con ellos, y esas cosas.

Y luego le dijo al hombre y a la mujer que creciesen y los dotó con algo maravilloso que se llamó Amor. Y cuando se fueron expandiendo crearon ciudades sobre montículos para ver mejor el paisaje bajo sus pies y la luz que cada mañana salía desde detrás de los cerros y ponía la belleza de su mano sobre eso que llamamos cielo.

La verdad que todo no fue así, pero ¿a qué pudo serlo?

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