Camino de Santiago
5 de septiembre, lunes. Ahora, entre las muchas
recomendaciones que hacen los médicos cuando se va a la consulta (duerma
ordenadamente, fuera tabaco y alcohol, evite el estrés) todos coinciden en que
hay que hacer ejercicios. (El mío, que yo no sé si es mejor médico o persona,
además siempre me dice, “Pepe, bebe agua, hay que beber mucha agua). Y andar,
todos los días andar.
Desde la antigüedad el hombre
se desplazaba a pie. Las distancias cortas no contaban, y venía a Santiago de
Compostela desde Centro Europa, andando. Luego, había que regresar… El Camino
de Santiago dio mucho, tanto que hasta el refranero lo incluyó en su tesoro
lingüistico: “con pan y vino se anda el camino”.
Ahora, en España, han salido
otros camino: Compiten con el Camino, llamados francés que entra por
Roncesvalles y aragonés, por Canfranc. Son el Camino de la Ruta de la Plata o
el Mozárabe, entre otros que arrancan otros puntos.
El hombre iba también, a
Jerusalén. Eran peregrinaciones muy importantes en la Edad Media. El mismo San
Francisco de Asís acudió a Tierra Santa. Otros iban a Roma donde eso de ir a
ver al Papa era todo un acontecimiento. Luego surgieron Santuarios, lugares
sagrados que atraían a las gentes. En los tiempos modernos Lourdes o Fátima
ocupan un lugar preeminente.
Ahora, el Estado Italiano -
Italia no necesita promociones turísticas, porque se vende por sí sola – quiere
recuperar la Vía Apia que iba desde Roma a Bríndisi. La Vía se construyó en la
época de esplendor del Imperio sobre el 312 a. C. y sobrevivió hasta el 395 d.
C. cuando ya Roma daba boqueadas de su fin.
Esta calzada fue considerada,
si hablamos con palabra actuales, la primera gran autopista europea. Los
romanos hicieron todas sus obras públicas con dos fines: un pragmático; otro,
para deslumbrar al vencido.
Las calzadas llevaban a
cualquier punto del Imperio (todos los caminos llevan a Roma) en el menor
tiempo posible y al mismo tiempo acercaban todas las producciones a la
Metrópolis. La Vía Apia se conoció como Regina
Viarum, ‘la reina de las calzadas’).
Los romanos que la usaban
encontraban una parada de postas cada 16 kilómetros (en terminología actual,
ellos usaban el miliario) y una posada cada 32…. ¡Cuánto nos enseñó Roma y, a veces, qué poco provecho
hemos sabido sacar de sus enseñanzas!
Dentro de unos
años, cuando esté recuperada, andar por
ella será una gozada…
No hay comentarios:
Publicar un comentario