jueves, 29 de septiembre de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Oración para una mañana de otoño

 

             


29 de septiembre, jueves. Hoy, Señor, ha amanecido un día fresquito. Sobre la sierra, nubes deshilachadas, de tonteo. Decía la veleta que era viento del noroeste, o sea terral, ese que en verano achicharra y lo deja todo traspillado. Como era temprano, aún venía con algo de fresco.

El sol, porque Tú lo tienes dispuesto así, cada mañana aparece entre el Cerro Calabaza y el Cerro de la Farola. A medida que avanzan las estaciones, cada día se mueve un poco por la línea del horizonte y así, cíclicamente, todos los días del año.

Le tengo dicho a un amigo que yo todos los días te doy gracias porque veo como la luz, o se Tú, que eres la Luz lo invades todo, lo escudriñas todo y llegas a los rincones más insólitos. No dejas un hueco en el que esa luz tuya no le dé el toque especial de tu presencia.

Anoche el cabrero bajó tarde, muy tarde de la sierra. En verano era normal, aprovechaba las horas de menos insolación, pero ahora que la oscuridad es más larga… Bueno, él sabe lo que hace. Tuvimos las ‘sinfonía’ del reencuentro de los perros que defendían sus parcelas. La luna ya está en cuarto creciente tenía una configuración especial. Está preciosa, como cuando se pone a los pies de tu madre…

Quiero decirte que hoy los mirlos han madrugado. Lo hacen todas las mañanas. Los estorninos se las andaban casi de madrugada en la higuera. Ya sabes, los higos están muy maduros y ellos, que son muy pícaros, acuden casi con el alba para desayunarse en los pimpollos. Cuando observaron mi presencia salieron despavoridos como quien se ve sorprendido haciendo alguna fechoría…

Los cormoranes cogieron sitio en los troncos secos. Querían saber cómo había quedado el Puente Nuevo del río…

Señor, necesitamos un rocío de agua. No con esa intensidad con la que cae en otros lugares. (De verdad que las imágenes de Florida dan pánico). Solo como cuando tú – eso lo decía el maestro Barbeito y lo bordó – te pones a tocar el arpa de la lluvia… Y es entonces cuando se toman los puertos que comunican los dos lados de las sierras y el cielo se tinta de ese color tan especial que solo Tú sabes darle y salen las alúas y huele a tierra mojada, y…

No hay comentarios:

Publicar un comentario