6 de
septiembre, martes. Me acaba de llegar. Calentito. Es la última
obra de Tomás López López, Zaguán de
Coplas. Tinta indeleble I Círulo Rojo. 2022. Tengo ante mí – no me cabe la
menor duda - un Atlas de la Etnografía del pueblo hermano – hermanos son los
hijos de una misma madre – y a los dos, Encinasola y Álora, distantes en el
espacio, los une el amor a la Madre, la Virgen de Flores.
Este libro es algo único, excepcional.
Muestra un trabajo concienzudo la hormiguita que lleva el grano al granero - y minucioso de recopilación. Es una obra para
saborearla despacio, de esas que se leen al amor de la chimenea cuando chisporrotean
las llamas en los anocheceres largos de invierno, despacio y degustándolo. Es
uno de esos libros que no pueden estar muy lejos de la mano en el anaquel de la
estantería donde nos esperan las obras que nos aportan el mensaje preciso para
el momento.
En el prólogo, el autor, o sea
Tomás, da información de las otras publicaciones, que con anterioridad han
visto la luz a través de una vida que siempre ha tenido como norte y guía el
amor a su pueblo y a lo suyo. Me viene a la mente, por azar, de la Danza del
pandero: “Estrellita marinera /que vas
caminando al norte / dime si podré llegar / a Encinasola esta noche” pág.
33, y me pregunto, pero ¿es que te has ido alguna vez, Tomás?
Lleva, esta obra, el folclore –
saber del pueblo – de la mano y lo ofrece de una manera sutil, clara y repasa el
devenir de la vida – algunos momentos ya
pasados porque los tiempos son así – ‘los quintos’, ‘las coplas de la molinera y
la tradición oral’, ‘cantando junto a la raya’, ‘el antruejo’… Tiene retazos de juegos infantiles, el
paladar del corazón, los legados de la mesta, adivinanzas, léxico (pingola,
repión, bolindres, latillas)…
Toca el autor las devociones
marianas: Flores y Roca-Amador. Me llama la atención, ese apelativo cariñoso y
entrañable hacia la Virgen de Roca-Amador, “la
Virgen de los pobres”, inserta documentación de las maneras y modos como la
devoción a las dos advocaciones están impregnadas entre la gente y algunas como
en el caso de Flores, fue más allá, mucho más allá, hasta las tierras de Álora a
donde suben por el río las brisas de Mediterráneo… Gracias, Tomás.
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