Arenas de San Pedro, al fondo, Gredos
10 de
septiembre, sábado. Al pie del Puerto del Pico, rodeada de pinares
y castaños, Arenas de San Pedro se asienta en la ladera sur de la Sierra de
Gredos, en la confluencia del río Cuevas con el Arenal. Desde Ávila se llega
por una carretera serpenteante que, a veces, coincide con los restos de una vía
romana; desde Extremadura, por el Tiétar; y desde Talavera, cruzando pinares y
dehesas.
Gredos y Arenas de San Pedro
son consustanciales, de manera que no pueden entenderse por separado. La Sierra
– como llaman a Gredos – es un bastión que la protege y su servicio
meteorológico particular que le avisa del tiempo que va a hacer, le resguarda
de los vientos del norte o genera la brisa que refresca de los calores
veraniegos… Algunas veces se cubre de nubes y se torna oscura y gris: está
lloviendo en la Sierra; otras, los cirros son deshilachados y largos y si
perviven hasta el crepúsculo que dora de arreboles su cielo, el día siguiente
será ventoso.
Arenas, a su vez, aporta un
campamento base para excursionistas y andariegos de las cumbres, su
arquitectura de tejados pizarrosos y torres cuadrangulares y un pasado lleno de
historia, de los que son testigos el castillo del malhadado don Álvaro de Luna,
el palacio de don Luis de Borbón – desterrado por su hermano Carlos III – y la
calle larga, larga de la Triste Condesa.
Contaba Josefina Carabias – que
era de allí – que en cierta ocasión discutían unos contertulios sobre las
murallas de Ávila y el murallón de Gredos a lo que uno respondió: “Sí, pero
aquellas la hicieron los hombres, y ésta nos la hizo Dios”.
En las noches de luna el Circo
de Gredos, la Mira y los Galayos, el Almanzor o el Cuchillar recortan sus
siluetas en un cielo blanquecino, y si la atmósfera está clara, parece que se
alcanza con la mano, y el hombre se halla a gusto, muy a gusto, dentro de tanta
majestuosidad de la madre naturaleza y
sabe que allí en las cumbres nacen el Alberche y el Tiétar que bajan sus aguas
al Tajo; en la otra vertiente, cercano a las Piedras Negras, el Tormes, el del
Lazarillo, busca las tierras de Castilla y se rendirá al Duero, después de
cumplirle pleitesía – nobleza obliga –
a Salamanca…
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