viernes, 30 de septiembre de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. No todo era oro

 


30 de septiembre, viernes. A veces magnificamos lo ocurrido en otros tiempos. Ponderamos las aportaciones de Roma a la Historia. La lengua, el Derecho, la organización política que imperó durante muchos años o las vías de comunicación irrefutables y muy valoradas.

Hay también oscuros y nubarrones en aquella sociedad. El noventa por ciento de la población era pobre. El diez por ciento restante, se repartía la riqueza a la que el pueblo llano no tenía acceso. Una manera de calmarlo fue con una máxima que ha durado hasta nuestros días: “pan y espectáculos”

La población era mayoritariamente campesina. Cultivaban cereales, principalmente trigo y leguminosas. Después vino la vid y el olivo y, como árboles frutales, la higuera que se complementaba con hortalizas. El lino se empleaba para la elaboración de tejidos.

Era gente ruda y sacrificada. Aguantaba las calores de verano y los rigores del invierno hasta el punto que a la hora de reclutar personal para sus ejércitos (Roma siempre estuvo en guerra contra todos los pueblos que la rodearon hasta dominarlos) buscaban en los campesinos a los posibles soldados. Valoraban su capacidad de aguante y sacrificio.

Los campesinos vivían de manera muy humilde, rozando el umbral de la pobreza. Recibían siempre una renta inferior a la de otras profesiones como carpinteros, alfareros o herreros. Mejoraron las técnicas agrícolas con la introducción del arado para labrar la tierra, o los molinos para extraer el aceite o moler el grano. Los grandes latifundios estaban en manos de patricios. El pequeño campesino vivía soportando todas las adversidades.

A los romanos debemos, también, el uso del barbecho como alternancia de cultivos, dejando descansar en años alternativos una hoja de tierra para aprovechar su fertilidad sin agotarla, la construcción de presas y canales de riego que, posteriormente perfeccionaron los árabes.

Como vías de comunicación las calzadas supusieron una gran innovación. Muchas – sus restos – han perdurado hasta nuestros días y se ha utilizado su trazado para las carreteras actuales. Todas tenían un doble fin. Acercar al ejército a cualquier punto de rebelión para sofocarla y llevar la comida (granos, carne, aceite o vino) o lo explotado en la minería hasta Roma que era la gran beneficiada.

El pueblo llano (los esclavos no tenían ningún derecho) no vivió con bienestar ni gozó del derroche (bacanales) que, en ocasiones, conocieron los ricos, pero no los pobres.

 

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