Río Iregua. Villoslada de Cameros (La Rioja)
3 de
septiembre, sábado. Desde las Tierras Altas de Soria al puerto de
Piqueras – N-111- se asciende de manera lenta, entre pinares y canchales de
pizarras.
En la coronación, una fuente
fría y cristalina sirve de alivio. Vierte sus aguas valle abajo. Se une al
Piqueras y, después, al Iregua.
Antes de San Andrés, a la
derecha, LR-250, lleva al Hayedo de Santiago. Hayas, castaños, robles; matorral
y maleza. Colorido, intenso. Pasta el ganado en los prados. Es la vertiente
norte de puerto. Los rayos del sol, filtrados, dan un brillo diferente a las
hojas de los árboles… Por allí, al Solar de Tejada.
La bajada, de vuelta en la
carretera nacional, es rápida. La orillan las sierras del Camero Viejo y Nuevo.
El río corre paralelo y encajonado. Oculto entre la maleza. No se ve; se
intuye. Pasado Lumbreras hace causa común con el Iregua y se incrementa de
caudal. Villanueva de Cameros conserva restos del pasado y un enclave
privilegiado. En Torrecillas en Cameros – el único que conserva ‘en’; los demás
todos, ‘de’ – el viajero, que no va solo, acude al Ayuntamiento. Le decimos a
quien nos atiende que buscamos información de los Saénz de Tejada que
partieron, antiguamente, del Gallinero de Cameros camino de Málaga. Nos
entregan documentación de censos, nos acomodan, nos dejan trabajar con una
amabilidad exquisita…
El Iregua sigue su curso. Un
puente estrecho, balcones llenos de colorido, aguas claras, limpias como la
gente que encontramos, Los viejos toman el sol del mediodía…
Emplazada en un mirador
privilegiado, Viguera, a la derecha…
-
¿Queda, pregunta el viajero, alguien con el
apellido Soldevilla por aquí?
-
“Sí. Le responden. ¿Ve usted, aquel balcón del final de la
calle? Allí viven.
Y el viajero les explica que –
lo tiene documentado – un antesapado suyo, que era de Gallinero de Soria,
casado con una Soldevilla de Viguera, dice en su testamento que “en 1740 partí
con mi mujer y mis hijos de tierras de Castilla como administrado de la condesa
de los Corbos…” Y hablan de más cosas,
de muchas más cosas…
Comienzan los viñedos.
-
Aquí hay buena gente. “A todo el que le gusta el
vino – me comenó mi amigo Fernando Espídora (cada día te recuerdo más,
puñetero, a pesar del tiempo pasado – es
buena gente…”
-
Sí, Fernando…
Por Islallana cambia el
paisaje. El río se abre paso entre enormes piedras que dan una nota peculiar y
diferente y se va y da vida a una tierra feraz, fecunda. Frutales, huertos,
viñedos…
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