Nuestra toponimia está llena de
nombres que nos legaron otras civilizaciones. Ciudades, montes, ríos, arroyos,
cosas de uso común, utensilios... Hoy, con la adaptación a los tiempos, los
nombres han cambiado, pero no sus raíces.
Así sabemos que Gibraltar viene
de la palabra compuesta (gibral,
(roca o peña) y Tarik), el primer
caudillo cuando en el 711 llega la invasión musulmana; Guadalquivir, (guad, río, al –kabir, grande). Los romanos lo llamaron Betis, lo que viene a
decir que eso de cambiar los nombres ha existido desde siempre. Alora (al –a- orá, “ciudad donde mora el Dios
altísimo); Guadalmedina, “guad, río, medina, ciudad, el río de la ciudad”.
El río Guadalmedina escinde en
dos partes a Málaga. Hoy, se ha quedado en el centro. Siempre fue un azote que
causaba con las inundaciones periódicas, de modo cíclico, en los comienzos de
otoño por mor de las ‘gotas frías’. Sembraba muertes, dolor, desolación y
pobreza. La enorme riada del 28 de septiembre de 1912 fue la que colmó el vaso.
Decidieron construir una presa – el Pantano del Aguajero – un poco más arriba
de la finca de la Concepción. Una enorme oquedad en su muro (un agujero) de ahí
su nombre, solo permitía salir la cantidad de agua que podía evacuar su cauce,
además de recrecer los muros laterales a manera de diques.
Fue la gran obra que Málaga
anhelaba y pedía. Después, se plantearon cuando aún el crecimiento de la ciudad
lo permitía, la desviación del río. Naturalmente, - porque en Málaga las cosas importantes,
en más de una ocasión, se aplazó por discusiones internas para ‘mañana’. ¿Se
acuerdan lo de ‘madre para todos y madrastra para mí? Pues eso.
La gestión llevada a cabo, desde
hace unos años hasta ahora, en la ciudad de Málaga la ha puesto de dulce.
Málaga, parodiando a María Dolores Pradera en aquello “del puente a la alameda”
lo puede alargar un poco más y llevarlo hasta la Malagueta y al puerto y a
calle Larios y al centro histórico y… Málaga está de cine.
Tiene una cicatriz abierta: la
solución del río. Ese río tal como lo vemos es además una denuncia pública de
la indolencia y la incapacidad de la sociedad malagueña – y tendremos que
meternos todos – para resolver los problemas que se salen de lo cotidiano.
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