jueves, 22 de julio de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cicatriz

 

 

                                  



Nuestra toponimia está llena de nombres que nos legaron otras civilizaciones. Ciudades, montes, ríos, arroyos, cosas de uso común, utensilios... Hoy, con la adaptación a los tiempos, los nombres han cambiado, pero no sus raíces.

Así sabemos que Gibraltar viene de la palabra compuesta (gibral, (roca o peña) y Tarik), el primer caudillo cuando en el 711 llega la invasión musulmana; Guadalquivir, (guad, río, al –kabir, grande). Los romanos lo llamaron Betis, lo que viene a decir que eso de cambiar los nombres ha existido desde siempre. Alora (al –a- orá, “ciudad donde mora el Dios altísimo); Guadalmedina, “guad, río, medina, ciudad, el río de la ciudad”.

El río Guadalmedina escinde en dos partes a Málaga. Hoy, se ha quedado en el centro. Siempre fue un azote que causaba con las inundaciones periódicas, de modo cíclico, en los comienzos de otoño por mor de las ‘gotas frías’. Sembraba muertes, dolor, desolación y pobreza. La enorme riada del 28 de septiembre de 1912 fue la que colmó el vaso. Decidieron construir una presa – el Pantano del Aguajero – un poco más arriba de la finca de la Concepción. Una enorme oquedad en su muro (un agujero) de ahí su nombre, solo permitía salir la cantidad de agua que podía evacuar su cauce, además de recrecer los muros laterales a manera de diques.

Fue la gran obra que Málaga anhelaba y pedía. Después, se plantearon cuando aún el crecimiento de la ciudad lo permitía, la desviación del río. Naturalmente, - porque en Málaga las cosas importantes, en más de una ocasión, se aplazó por discusiones internas para ‘mañana’. ¿Se acuerdan lo de ‘madre para todos y madrastra para mí? Pues eso.

La gestión llevada a cabo, desde hace unos años hasta ahora, en la ciudad de Málaga la ha puesto de dulce. Málaga, parodiando a María Dolores Pradera en aquello “del puente a la alameda” lo puede alargar un poco más y llevarlo hasta la Malagueta y al puerto y a calle Larios y al centro histórico y… Málaga está de cine.

Tiene una cicatriz abierta: la solución del río. Ese río tal como lo vemos es además una denuncia pública de la indolencia y la incapacidad de la sociedad malagueña – y tendremos que meternos todos – para resolver los problemas que se salen de lo cotidiano.

 

 

 

 

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