Viene puntual, preciso, a su hora,
como esos trenes modernos tan veloces y puntales que dicen que si llegan con un
cierto retraso, te devuelven el importe del billete, pero que no se dejan ni un
minuto atrás los puñeteros. El terral viene todos los años. Viene dos veces.
Uno en invierno, a modo de heladas; otro, en verano como un aire abrasador y
seco que deja unos crepúsculos ensoñadores.
Los modismos son giros que se acuñan,
se utilizan un cierto tiempo, y luego pasan de moda. Recuerdo al hombre que daba
la información meteorológica, al que no se le venía la cara y con un puntero
señalaba unas líneas en el mapa. Esas líneas llaman isobaras e isotermas, pero
los paisanos que atendía, en la televisión del bar, solo veían ‘rayas’. “Ojú,
dijo uno entre el aire viciado y el humo del tabaco, cómo está la cosa que hoy son
todo rayas”.
Después hablaban de las “corrientes
en chorro”. Los vientos impulsaban las borrascas desde Canarias, bordeaban el
Golfo de Cádiz, tocaban la Costa de Portugal y por el Atlántico, ascendían
hasta las tierras del norte y nosotros faltos de agua del cielo, estábamos
hasta el gorro de las Islas Británicas que se la llevaban todas.
Ahora, las personas que nos
informan, algunos con muy mal gusto estético por cierto, con corbata en mangas
de camisa o traje con zapatillas o con un dechado de modelitos, que digo yo,
que serán prestados porque si no, ¿dónde iban a escarbar?, pero bueno, eso es otro
cantar. Nos dan verdaderas lecciones y uno se queda deseoso de saber más porque
son muy completos.
El hombre del campo, que tiene su
gramática parda, a este régimen de vientos que conoce como la palma de su mano,
los identifica por la procedencia. Nosotros, en algunos sitios, al terral que
sopla del noroeste, lo llamamos ‘sevillano’, y no es porque en Sevilla les
sobre el calor, que les sobra, y nos quieran mandar un regalito, sino
sencillamente porque sopla desde allí.
En la Vega de Antequera y en la
campiña, al levante cuando viene arrasador, se le llama ‘granaíno’, y en mi
pueblo se le identifica con “las malagueñas”. Se suele arrancar a media mañana
y en función de la hora, hay quien dice que, las “malagueñas se han levantado
hoy tarde o un poco más temprano”.
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