viernes, 9 de julio de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora.

 

 


Tiene la pose de un monseñor de la curia vaticana preconciliar.  Martín Descalzo, de haberlo conocido, lo habría reseñado en Un periodista en el Concilio, cuando los prelados domésticos, en los entresijos, movían más hilos que quien tenía toda la potestad de hacerlo, y en el que nos dijo además, que Roma era la única ciudad del mundo donde los cipreses no son tristes.

Si Zurbarán hubiese sabido de él, seguro que su cabeza preclara, sería una de aquellos cartujos que tenían acceso a los mundos del misticismo, donde solo llegan los contados por sus maneras especiales y diferentes de entender la espiritualidad.

A veces pienso, que podría haber sido uno de esos hombres ilustres que tenían todo el poder antaño, pero que solo lo ejercían cuando en las iglesias había que sacarlo a floración y eran el puente necesario entre los que mandaban y el poder civil, que anhelaba presencia en las grandes solemnidades.

Redicho, preciso, ceremonioso, y con un vocabulario muy suyo, tan suyo, que solo él utiliza y que, en ocasiones, suena a reminiscencias de otro tiempo que ya no es, pero que perdura, porque en Sebastián –Sebastián Martín Gil - que llegó de niño desde la Axarquía, se ha depositado una pátina distinta, tanto que uno se pregunta y piensa, si se la trajo de Suiza cuando anduvo por allí, o de Algarrobo y claro… A lo mejor, la duda tiene fundamento.

En el mundo de las Hermandades de Gloria, dice mucho. Conjuntamente con su equipo, reflotó la devoción a los Santos Patronos, - él, por aquello de la confianza, porque elige con quién se junta, los llama Ciriaco y Paula, – los que no tenemos tanta confianza, les ponemos ‘san’ y ‘santa’ por delante…

Hay mundos en los que se mueve con la seguridad de quien nunca salió de ellos. Sabe de temas que otros desconocemos y es la enciclopedia latina de consulta, a la que se puede ir con la seguridad de que habrá respuesta…

Con Jaime Rittwagen, vivimos una noche inolvidable en el Salón de los Espejos del Ayuntamiento de Málaga, con el profesor Rodríguez Becerra, que nos llevó de su mano por el conocimiento de la religiosidad popular y nos guió por senderos que muchos desconocíamos, con Jacques Laulheret, en el arte del lienzo en homenaje a los patronos… Se ve que se junta con casi todo el mundo…

 

1 comentario:

  1. Un testimonio vivo de vivo afecto a quien tanto se admira como se quiere.

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