Tiene la pose de un monseñor de
la curia vaticana preconciliar. Martín
Descalzo, de haberlo conocido, lo habría reseñado en Un periodista en el Concilio, cuando los prelados domésticos, en
los entresijos, movían más hilos que quien tenía toda la potestad de hacerlo, y
en el que nos dijo además, que Roma era la única ciudad del mundo donde los
cipreses no son tristes.
Si Zurbarán hubiese sabido de él,
seguro que su cabeza preclara, sería una de aquellos cartujos que tenían acceso
a los mundos del misticismo, donde solo llegan los contados por sus maneras
especiales y diferentes de entender la espiritualidad.
A veces pienso, que podría haber
sido uno de esos hombres ilustres que tenían todo el poder antaño, pero que
solo lo ejercían cuando en las iglesias había que sacarlo a floración y eran el
puente necesario entre los que mandaban y el poder civil, que anhelaba
presencia en las grandes solemnidades.
Redicho, preciso, ceremonioso, y con
un vocabulario muy suyo, tan suyo, que solo él utiliza y que, en ocasiones,
suena a reminiscencias de otro tiempo que ya no es, pero que perdura, porque en
Sebastián –Sebastián Martín Gil - que llegó de niño desde la Axarquía, se ha depositado
una pátina distinta, tanto que uno se pregunta y piensa, si se la trajo de
Suiza cuando anduvo por allí, o de Algarrobo y claro… A lo mejor, la duda tiene
fundamento.
En el mundo de las Hermandades de
Gloria, dice mucho. Conjuntamente con su equipo, reflotó la devoción a los
Santos Patronos, - él, por aquello de la confianza, porque elige con quién se
junta, los llama Ciriaco y Paula, – los que no tenemos tanta confianza, les
ponemos ‘san’ y ‘santa’ por delante…
Hay mundos en los que se mueve
con la seguridad de quien nunca salió de ellos. Sabe de temas que otros
desconocemos y es la enciclopedia latina de consulta, a la que se puede ir con
la seguridad de que habrá respuesta…
Con Jaime Rittwagen, vivimos una
noche inolvidable en el Salón de los Espejos del Ayuntamiento de Málaga, con el
profesor Rodríguez Becerra, que nos llevó de su mano por el conocimiento de la
religiosidad popular y nos guió por senderos que muchos desconocíamos, con
Jacques Laulheret, en el arte del lienzo en homenaje a los patronos… Se ve que
se junta con casi todo el mundo…
Un testimonio vivo de vivo afecto a quien tanto se admira como se quiere.
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