Necesitamos creer. Siempre,
el hombre desde sus comienzos sobre la faz de la tierra comenzó a creer para ir
superando el día a día. Creyó en los dioses, en los animales o en la naturaleza
que le daba lo que precisaba para subsistir.
Buscó un religamiento con el Ser
Superior que estaba allí donde él no podía llegar y le llamó Dios. Luego,
cuando comenzó a pensar y a darse cuenta de que algunas cosas eran así porque
tenían que serlo, entonces vio que Dios, el Dios que ponía orden a lo que,
dejado a su libre circulación sería un caos, era el Ser Superior en el que él,
indefenso y perdido, creía.
Afloraron las religiones, y el
politeísmo ‘hizo’ un dios para todas las necesidades: el infierno, el viento,
el amor, la fortuna, la poesía, el mar… Todo lo que en su vida tenía una
presencia era regido por alguien superior al propio hombre y que era quien
realmente mandaba.
Ya llegó la cosa a tal grado que
Roma, que superó a Grecia en muchas cosas, llegó incluso a levantar un altar al
dios desconocido. Es decir, a ese que no sabemos quién es ni a qué se dedica en
su tiempo libre o en los que está ocupado, pero por si acaso, no se iba a
quedar sin su altar de culto.
Todos los pueblos han creído en algo
o en Alguien. Los primeros, los que vivían en cavernas, en grutas, en cuevas,
en oquedades…, fueron dejando señales de su paso y de su manera de entender el
presente que los rodeaba o el más allá que no veían.
Cuando se implantaron las
religiones monoteístas todas intentaban dar respuesta a las preguntas a las que
algunas veces no se le encuentran. En fin. No es cuestión de entrar ni en
infiernos ni limbos ni paraísos donde estarán todos los placeres…
Ahora, en algo tan nimio un
partido de fútbol, el dios pitoniso que dice lo que va a pasar tiene forma de
gato o de perdiz. En el Mundial de fútbol de Sudáfrica era un pulpo quien
predecía… Se ve que necesitamos creer en algo pero puestos a pensar, de verdad,
de verdad ¿un gato (a lo mejor es una gata) y una perdiz que tiene género
epiceno aunque haya quien no sepa qué es eso, son la ilusión de muchos?
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