Su fruto, la uva, tiene una pulpa
sensual, voluptuosa y muy sabrosa y según la variedad – se reconocen más de sesenta
diferentes – tienen un color que puede ir desde el dorado, a violeta, negras,
purpuras, rosadas, blancas, anaranjadas… Se consume en fresco, o en pasa, o pisada
y fermentada y entonces se convierte en vino.
El primer gran escándalo de la
historia como consecuencia del uso ‘generoso’ del vino, lo recoge la Biblia
después del Diluvio Universal. Noé, después del lío y una vez que las aguas se
fueron por sus cauces, dice el Libro Sagrado, que se pasó en la degustación y
se emborrachó. Después, sus hijos tuvieron un comportamiento no muy ortodoxo,
pero esas son cosas que suelen pasar a veces.
El otro momento, fue de gran
alegría. Unas bodas. En Canáa de Galilea. La gente empinó más de la cuenta y
empezó a faltar vino. María, que estaba en todo, se dio cuenta del tema y
recurrió al Hijo y… lo que vino – del verbo venir – con el vino – nombre común
masculino singular – ya se conoce. Hasta el reproche al propio novio que no se
había enterado de nada. Hombre ¿cómo se te ha ocurrido sacar el buen vino al
final? Y es que era otro ‘vino’…
La Unión Europea, que hace
demasiada agua, pero no para mezclarla con el vino sino entre otras cosas ha
tenido desde su fundación más aciertos que errores y entre otras, ha regulado
la producción y denominación de las comarcas productoras de vino. Lo del
consumo es otro cantar.
Concretamente en España, además
de obligar al embotellamiento de la producción y poner muchas cortapisas a la
venta a granel, han aparecido comarcas, algunas ya históricas, que se han
abierto puertas por la calidad de sus vinos. La lista es larga, muy larga:
Rioja, Ribera, Valdepeñas, Somontano, Jumilla, Penedés, Utiel-Requena, Xerez-Jerez-Cherry,
Tierra de Barros, Montilla-Moriles... y podría alargar la lista, más, mucho
más.
La uva comienza su maduración a
principios de verano y según la variedad, juega con el tiempo, moscateles de la
Axarquía y uvas para caldos se suelen recolectar por septiembre. A ese tiempo
se le llama tiempo de vendimia.
Las parras domésticas, humildes,
sencillas que dan sombra en las siestas de verano y una pincelada de verde en
sus pámpanos, ya empiezan a demostrar que también es su tiempo y que son
terreno propicio para los mirlos madrugadores…
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