A veces el pueblo amanece bajo
otra luz. Es la luz tamizada de un cielo de algodón sucio. Pierde la viveza de
todos los días claros y nos deja sumidos en unos colores que ni son los
nuestros ni estamos acostumbrados a convivir con ellos.
Dicen los que saben que esto lo
traen de unos vientos que suben desde el desierto con polvo en suspensión y
que, además, de restar brillantez, no regalan unas temperaturas tórridas que
nos hacen sentirnos mal.
Esta situación no es nueva. Se sucede
cada año, casi siempre por el mes de julio y no siempre a fecha fija. Unas
veces, en los primeros días; otras, con algo de retraso, pero andan su camino
irremisiblemente y no se olvidan nunca de nosotros.
La gente del campo suele decir
que los días de más calor del verano son los que transcurren entre Virgen y
Virgen, o sea entre la Virgen del Carmen, el 16 de julio y la Asunción de
María, el 15 de agosto. Ese es otro calor.
A principios de agosto, decía la
gramática parda que se iniciaban las cabañuelas basadas en la observación de la
Naturaleza, pero sin ningún fundamento científico. Según los que dicen saber
interpretarlas es una manera de predecir cómo será el año meteorológico que
vendrán cuando comience el otoño. No dejan de ser cuentos de recacha.
Ahora, los informadores del
tiempo se basan en conocimientos empíricos y contrastados y, en ocasiones, nos
largan tal cantidad de información que uno, sinceramente, carece de formación
para saber interpretarlos. Anoche, sin ir más lejos, decían que tendríamos vientos
del noroeste, rolando al sureste que alternarían con vientos del norte y en
ocasiones soplarían del sur. A mí solo me quedó una pregunta sin respuesta,
¿cómo le ponemos al niño?
Una cosa si me ha quedado clara:
no he apagado el ventilador en toda la noche y, ahora, fuera de la casa un
calor plastoso como un castigo que viene del infierno amenaza con deshidratar a
todo el que ose presentarle cara. Se han refugiado en la frescura de los sotos
y no cantan los pájaros, se ha echado el campo, buscan las sombras los perros y
los gatos se han perdido del mapa…. A lo mejor, nos están mostrando el camino y
nosotros sin saberlo. Eso sí, el cielo tiene otra luz, ojalá sea por poco
tiempo.
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