lunes, 26 de julio de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La Coracha

 

 


Además de ser el lugar, o sea la zona donde Málaga dejó morirse casi de miseria y abandono en el olvido de sus conciudadanos a uno de sus poetas más grandes: Salvador Rueda, es algo consustancial a la ciudad que sería otra sin Puerta Oscura, el Bulto, la Malagueta, la de antes (la de ahora es un bodrio de desarrollismo anárquico) la Trinidad, El Perchel, o sin la propia coracha.

¿Qué es una coracha? Según el diccionario, una muralla de protección a un camino que unía dos puntos no muy distantes entre sí, que era transitado con frecuencia y que había que resguardar de posibles ataques esporádicos y por sorpresa. Esa muralla podía ser doble, es decir a ambos lados del camino, y en su trayecto podía facilitar acceso a agua para en caso de ataque tener protección de resistencia.

Según la profesora Rosario Camacho existían dos corachas, una terrestre y otra marítima. La cercanía del mar lo exigía. No hay que olvidar que el rebalaje estaba en lo que hoy es el parque y el edificio de la Aduana – que no ha perdido el nombre a pesar del tiempo transcurrido – era el lugar propicio en el puerto para el despacho y recepción de mercancías.

La coracha terrestre unía la Alcazaba con el Castillo de Gibralfaro. La Alcazaba – a sus pies está lo que queda del teatro romano - era palacio de residencia mientras que Gibralfaro era fortaleza militar de defensa que, por su posición estratégica en la altura, le permitía alcanzar puntos que desde otros lugares no podían conseguirlo.

La Alcazaba de Málaga tuvo una relevancia notoria al final del reino nazarí. Las luchas internas de descomposición ante el potencial militar de Castilla que empujaba con una fuerza incontenible, propiciaron que en ella se refugiase El Zagal, tío de Boabdil y Gibralfaro como último fortín defensivo.

La coracha es una herencia más de las muchas que dejó la civilización islámica. El nombre de la coracha terrestre se cita por primera vez en el siglo XIV por Rui González de Clavijo. Posteriormente, hablan de ella Hernando del Pulgar, el alemán Münzer, Francisco de Herrera o el Padre Mariana en su Historia General de España. Los Reyes Católicos la incorporaron al escudo de la ciudad por su carácter emblemático de Málaga a orillas del mar azul que viene a dar en su Bahía. 

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