Caminaron sin rumbo fijo. Ya
había gente que paseaba a esas horas de la tarde por las calles de la ciudad. A
primeros de mes habían llegado los primeros turistas. Eran gentes con otras
caras, otros ojos y otro color del pelo, que ya comenzaba a tostarse. La ciudad
daba una imagen diferente a la que había ofrecido hasta solo unos días antes.
Los chiringuitos, entre el paseo
marítimo y el rebalaje, mostraban en las vitrinas acristaladas una oferta
continuada de productos de la mar: sardinas de plata, boqueroncitos, bichos
anaranjados de bigotes largos, pescados grandes con ojos de tontos, besugos
pequeños, salmonetes rojos, … Ya no había redes secándose al sol ni, tampoco se
saca el copo a esas horas de la tarde cuando se levanta la bruma.
-
¿Sabe usted, me dijo un día un viejo pescador que
usaba la interrogación para afirmarse aún más, que los salmonetes tienen
distinto sabor si se pescan a alba, a prima, a nona o a vísperas…?
La tarde anunciaba la llegada de
la noche. Eran más largas las sombras. Los bañistas rezagados recogían sus
enseres: sombrillas plegables, mesas y sillas de plástico, zapatillas, toallas
mal dobladas en una cesta de palma…. Se limpiaban el salitre y la arena con los
chorros de agua de las duchas.
Los oasis están en los desiertos.
Algunos ayuntamientos han creado oasis artificiales para dar un encanto
diferente a las playas. Las palmeras, a esa hora, prolongaban sus copas y empinadas
sobre sí mismas y querían ver eso que
nunca vemos porque siempre está un poco más allá del horizonte.
Picoteaban las palomas las migas
de pan dejadas por los niños y unos patos buscaban en un regato esos seres casi
microscópicos que siempre viven bajo el agua.
Un yate cruzaba la bahía. Desde
la lejanía parecía quieto, pero solo era una sensación óptica. Venía de alguna
parte, iba a algún puerto que lo estaría esperando para darle amparo y cobijo.
La tarde tenía una luz especial.
El maestro Alcántara decía que el paisaje es un estado de alma, y sin saber
cómo, surgió el recuerdo de la vieja canción de John Denver, esa canción que
habla de sueños que pueden hacerse realidad y de sonrisas que lo dicen todo… El
yate seguía su curso y se perdió entre los troncos de las palmeras en la
lejanía del mar…
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