Tomás López es un profesor que
casi toca con la yema de los dedos el título de ‘emérito’. Tomás es de
Encinasola, donde lo conocí: “Estrellita
marinera / que vas caminando al norte / dime si podré llegar / a Encinasola
esta noche”. Trabaja en Valverde del Camino (Si me pierdo que me busquen
/ en Valverde del Camino / en la plaza del templete o cantándole a los pinos…”.
Excelente conocedor del folclore
de su tierra: “Las cabras del Quirrimí, /van camino a los Silillos,/ les viene
un viento de cara, / se le mueren los chivillos”, y de toda la Sierra de
Huelva (“Entre Valverde y Calañas, / muy cerquita del Odiel, / en su ermita
se venera / a la Virgen de Sotiel, / mi patrona y consejera.” Indaga: “…un
puchero de aguardiente / con agua del Berecillo, /las mujeres, la guitarra/ y
el cante por fandanguillos”, y lo transmite en un abanico de libros
publicados. Aporta lo mejor que tiene
dentro. Lleva, través de la palabra, el conocimiento de todo lo que emana del
saber del pueblo: “Allá arriba en la sierra / está nevando, / las pastoras
están solas con el rebaño”.
Cuando comenzó este baile de
miedo nacido en tierras lejanas, y luego
afincado, como un mal vecino, entre nosotros, comenzó a publicar, cada día, un
artículo: “Diario de un confinado” (Tomaslopezlopez.es). Es algo muy
bueno, buenísimo.
Transmite optimismo, dentro de la
realidad, por supuesto. Otra cosa sería una insensatez y este hombre no ara en
esos campos. No conforme con eso, en cada artículo inserta una ilustración
musical. Ayer le tocó a Jarcha, ‘Adivinanzas’. Entresaco dos letras: “Los
pajaritos y yo / nos levantamos a un
tiempo / ellos a cantar el alba / yo a llorar mis sentimientos”.
Mientras escribo esta líneas
cantan lo mirlos con esos silbos tan propios, tan suyos que los hace
inconfundibles. Hay también una sinfonía lejana de chamarines y jilgueros, el
sonido monocorde de la abubilla, y la juerga de los gorriones en los cipreses
de la alberca.
Sigue Jarcha. Canta la voz de una
mujer. Habla de una fuente de piedra a la vera del camino, de un cantarillo con
agua que nadie se lleva… Entorno los ojos. Me quedo con otra letra: “Entre
dos que bien se quieren / no hay ausencia ni distancia / que los pensamientos
vuelan / y los suspiros se alcanzan”.
¡Qué honor, Amigo Pepe. Como bien sabes, las cosas que se leen no tienen todas el mismo valor. Depende mucho de qué se dice, cómo se dice y quién lo dice. Y lo que dices, cómo lo dices y de tu pluma, es un honor y una satisfacción. Gracias. Un fuerte abrazo.
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