La imagen de la Virgen de la
Cabeza, se venera en un Cabezo– de donde recibe el nombre - en Sierra Morena
desde siglo XIII, donde se apareció, según la tradición, al pastor de Colomera, Juan Alonso Rivas.
La devoción se extendió por toda
España. De siempre, fue multitudinaria la asistencia de peregrinos hasta el
santuario, a veces con desmanes, lo que llevó al Rey Carlos III a publicar una Pragmática Sanción,
limitando el número de persona que podían acceder a la romería (la segunda más
antigua de España).
No sabemos quién la trajo a Alora,
ni cuándo el Concejo de la entonces Villa, la aceptó como Patrona. ¡Sería muy
interesante encontrar ese documento!
Según Felipe García, su cofradía se constituyó
entre el 6 de diciembre de 1625, cuando
muere el obispo de Jaén, Sancho Dávila, y la del ermitaño Francisco Reina, que
lo era de la ermita de Santa Brígida, el 28 de noviembre de 1644…
En 1656 es su Hermano Mayor Alonso Ruiz de la
Cueva. El Libro de Colecturía, refleja la entrega de dinero para misas por los
‘hermanos difuntos de la Cofradía de la Virgen de la Cabeza’…
En 1715, Antonio Cuenca, su ermitaño, recibía
doscientos reales de vellón al año…
En 1777, el quince de enero murió don Pedro Díaz
Castro. Dejó para su ermita una arroba de aceite y dos libras de cera…
También, en el XVIII, el testamento de 13 de
agosto de 1784 de Francisco Martínez Primo, el tallista que doró el retablo de
la Encarnación, lo atestigua. Deja dinero para misas y tres arrobas de aceite.
En el XIX,
en la puerta de su ermita, de febrero de 1814, José Enjuto recibe a Tomás
Franco de la Vega que regresaba desde Puebla de los Ángeles (México) y venía a
tomar posesión del Acta de Diputado en la Cortes de Cádiz. Era su Hermano Mayor,
Sánchez Santaella…
En el XX
se acometen reformas. Se traslada la parroquia. Se predica una Misión por los
Jesuitas José Rodríguez y el hoy Beato Tiburcio Arnáiz.
La imagen primitiva, se destruyó en la guerra
incivil. La imagen actual, es de José Navas-Parejo, sufragada por doña Isabel
Ríos. La Virgen de la Cabeza se venera en Álora, en la ermita de Santa Brígida,
en la barriada de la Estación. La
Hermandad ha tenido momentos de
esplendor, alternando con otros más bajos. Ahora experimenta un
resurgimiento de manos de gente muy joven pero, por las circunstancias, este año ‘no toca’.
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