lunes, 6 de abril de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Del suelo al cielo



                          


“No me mueve, mi Dios, para quererte
el Cielo que me tienes prometido
ni me mueve el Infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.”

Noche cerrada. Un tintineo de estrellas en un cielo negro extendido sobre el pueblo. Luces semiapagadas en la Plaza Baja de la Despedía. Se abren las puertas del templo. Todo es sobriedad, silencio. Jesús, clavado en la cruz va sobre hombros de gente joven. Cada Martes Santo, desde la Encarnación a las Torres por otras calles, por otros silencios…

“Tú me mueves, Señor. Muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas, y tu muerte.”

Se forma el cortejo. Antorchas, filas con gente vestida de negro. Un capilla pone las notas musicales. Son un desgranar de tristezas desde el más profundo de los respetos. Voces entrecortadas. Poco a poco se inicia la marcha. Flota como un no sé qué que se mete en el alma. Se piensa, se medita…


“Muéveme en fin tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera Cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera Infierno, te temiera”.

Se enfila la calle Toro, al comienzo, solo el comienzo. Un poco más adelante, la estrechez acongoja la  entrada a la calle del Carril. Hay un abrazo entre sí, de las sombras proyectadas en la pared. La procesión se alarga. Se camina despacio. Todo es recogimiento…

“No me tienes que dar porque te quiera,
pues, aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.”

Termina la calle, se llega al espacio abierto. Enfrente el pueblo. El Hacho es una sombra agigantada, el Calvario un chorreo alargado de casas blancas, abajo, el río…  Dormitan las estrellas, luces lejanas como hitos de fe en un parpadeo constante.
 Con voz tenue, mi nieto:

-         Abuelo…
-         ¿Qué…?
-         No, nada…
-         Ah..

A medida que se asciende, arrecia la brisa. Hay rezos, un murmullo sonoro de asombro. Imponentes en la noche, las murallas del castillo agrandadas en la oscuridad por la luz que proyectan los focos. Es noche cerrada. En la explanada, concluye el traslado del Cristo Crucificado de Estudiantes. Oración… A uno, en su interior, se le ocurre:

                   “Misericordia, Señor,
ten misericordia…”

Pero, a lo que se ve, este año no toca…


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