Hoy es, casi ha sido, porque
cuando escribo esta líneas el sol se hunde por Monte Redondo, dorando el cielo
de arreboles rojos, naranjas, violetas y anuncia que viene la noche, la noche
de hoy Viernes de Dolores. Está dado, como sin querer hacerlo, el pistoletazo
de salida…
Hoy es Viernes de Dolores.
Procesión claustral. Parroquia de la Encarnación. Alora comienza su rezo en
silencio. Desde su altar, en la nave de la Epístola – ¡qué tiempos cuando se
usaban esos términos – hasta su trono excelso trasladan a la Virgen, la Virgen
de los Dolores. Allí aguardará la llegada de la noche del Jueves Santo, cuando
sin caber quepa para salir del templo por la puerta grande que se queda pequeña.
Todo es rigor, silencio.
Todo es recogimiento porque a la Virgen en esos momentos se le hacen preguntas,
muchas preguntas para las que, en ocasiones, no encontramos las respuestas.
Siempre esperamos una explicación de los ‘porque’ que nos llenan por dentro y
afloran y salen y se entabla una conversación y… todo eso.
Una voces blancas cantan los
Misterios de la Corona dolorosa. Nos dirán que ha llegado, tierna Madre, el día
del Sacrificio y todo se prepara y todo es entrega al fervor que nace en eso
que se llama Fe. La Fe – la Esperanza y la Caridad por un momento quedan
aparcadas, que no en el olvido – que nos mueve, que nos conduce, que nos hace
ser de otra manera.
Esta noche no van a sonar ni
trompetas, ni tambores, ni bambalinas contra las barras del palio ni la voz que
manda ni… Esta noche es Ella y cada uno de nosotros. Esta noche, en la
procesión claustral estaremos frente a frente a María, Madre y Consuelo; Madre
y Amparo; Madre y Refugio…
Sí, ya lo sé. Este año no toca.
No importa. Cuando la luz tenue del lubricán deje que apunten las primeras
estrellas, entonces, cada uno, desde su interior cambiará con Ella esas cosas
que se dicen, entre madres e hijos pero sin que lo sepa nadie porque son
nuestros pequeños secretos.
Viernes de Dolores, procesión
claustral. Todo va a ser distinto. Vamos a pedir su intercesión este año con
más clamor que nunca…
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