jueves, 2 de abril de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nostalgia



                                    


Trae esta tarde de abril  un viento que baja de las cumbres con un murmullo sordo y lejano. Viene cargado de recuerdos, de nostalgia, de frío que hiela el alma. Es el viento que se mete entre las ramas, en las quebradas, en esos recodos donde solo se llega desde la intimidad más honda.

Ha llovido, a ratos, durante la mañana, luego el sol entre nubes y el canto de algunos pájaros. Unos mirlos sueltos, algún chamarín, un carbonerillo oculto en el vallado de granados… Está en silencio el campo. Es un tópico. El campo nunca está en silencio. Siempre habla el campo. Solo queda pararse y escucharlo.

Ladran los perros en la lejanía, hay un concierto de cencerras de cabras – hace un rato subió a la sierra el cabrero – que pastan triscando la yerba fresca. Entre las piedras nacen magarzas, lirios, florecillas silvestres. No conozco sus nombres. Todas tienen sus nombres pero yo no sé cómo se llaman a pesar de que ellas están ahí y nos permiten su deleite.

Trae la televisión imágenes de hombres y mujeres con batas, mascarillas y vestidos de manera muy rara; otros, de uniforme; otros … Se dan con toda su alma en servicio a los demás. Quieren, luchan, se entregan, no siempre pueden.

Echo mano de fray Juan de Yepes. Se lo preguntaba una y otra vez. ¿Adónde te escondiste? Sabemos que está ahí. No sabemos qué rincón se habrá buscado porque a lo mejor Él también se ha procurado un resguardo en esta tarde abril de viento de murmullo sordo y lejano.

La radio habla de cosas que no son buenas. ¿Se habrá escapado el bicho? ¿Lo han dejado suelto? Hay una leve esperanza y deseo que pase, lo antes posible, la pesadilla. Esta angustia se hace larga, muy larga.  Se arraciman los días, las cifras, la ansiedad y…

Hemos llenado los templos de soledad sonora, las calles, balcones y ventanas de aplausos, de anhelos. Rosarios y plegarias … Dios parece que nos da una vuelta más de tuerca y se hace el sordo. Dios no está sordo y seguro que nos ha oído…¿Por qué parece que no quiere escucharnos? Tarde de nostalgia. Me agarro al  consuelo anhelado: “Venid a mí todos los que estáis cansado y agobiados y yo os consolaré”, pero por tu Madre bendita, no tardes.



1 comentario:

  1. Sin duda o con duda, seguro que nos escuchará. Gracias, José, por dejarnos tan precioso relato con olor a vida y oración.

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