Trae esta tarde de abril un viento que baja de las cumbres con un murmullo
sordo y lejano. Viene cargado de recuerdos, de nostalgia, de frío que hiela el
alma. Es el viento que se mete entre las ramas, en las quebradas, en esos
recodos donde solo se llega desde la intimidad más honda.
Ha llovido, a ratos, durante la
mañana, luego el sol entre nubes y el canto de algunos pájaros. Unos mirlos
sueltos, algún chamarín, un carbonerillo oculto en el vallado de granados… Está
en silencio el campo. Es un tópico. El campo nunca está en silencio. Siempre
habla el campo. Solo queda pararse y escucharlo.
Ladran los perros en la lejanía,
hay un concierto de cencerras de cabras – hace un rato subió a la sierra el
cabrero – que pastan triscando la yerba fresca. Entre las piedras nacen
magarzas, lirios, florecillas silvestres. No conozco sus nombres. Todas tienen
sus nombres pero yo no sé cómo se llaman a pesar de que ellas están ahí y nos
permiten su deleite.
Trae la televisión imágenes de hombres
y mujeres con batas, mascarillas y vestidos de manera muy rara; otros, de uniforme;
otros … Se dan con toda su alma en servicio a los demás. Quieren, luchan, se
entregan, no siempre pueden.
Echo mano de fray Juan de Yepes.
Se lo preguntaba una y otra vez. ¿Adónde te escondiste? Sabemos que está ahí.
No sabemos qué rincón se habrá buscado porque a lo mejor Él también se ha
procurado un resguardo en esta tarde abril de viento de murmullo sordo y
lejano.
La radio habla de cosas que no
son buenas. ¿Se habrá escapado el bicho? ¿Lo han dejado suelto? Hay una leve
esperanza y deseo que pase, lo antes posible, la pesadilla. Esta angustia se
hace larga, muy larga. Se arraciman los
días, las cifras, la ansiedad y…
Hemos llenado los templos de soledad
sonora, las calles, balcones y ventanas de aplausos, de anhelos. Rosarios y plegarias
… Dios parece que nos da una vuelta más de tuerca y se hace el sordo. Dios no
está sordo y seguro que nos ha oído…¿Por qué parece que no quiere escucharnos?
Tarde de nostalgia. Me agarro al consuelo anhelado: “Venid a mí todos los que
estáis cansado y agobiados y yo os consolaré”, pero por tu Madre bendita, no
tardes.
Sin duda o con duda, seguro que nos escuchará. Gracias, José, por dejarnos tan precioso relato con olor a vida y oración.
ResponderEliminar