Hurgo en estos día de encierro
obligado, entre los libros que llevan mucho tiempo en el anaquel. Me encuentro
de sopetón con Don Camilo, de Giovanni Guareschi. Dicho así, no deja de
ser un libro más de ese motón que uno ha ido acopiando lo largo de su vida.
Este Don Camilo, es una
edición de 1968, impreso por el Círculo de Lectores en Barcelona. Tiene pastas
gruesas, de calidad, un papel decentemente aceptable, y una letra que hoy, por
mor de la merma de vista, sería motivo para no adquirirlo en una librería, o
sea, una letra muy pequeña.
Me ha dado satisfacción
encontrarme casi con un ‘viejo’ conocido que en aquel tiempo me hizo reír mucho y me dio muy buenos momentos. Cuando Don
Camilo vino a mis manos, yo era poco más
que un muchacho, pero…
Todo transcurre en la llanura
entre el Po - el único río decente, en
palabras de Guareschi, de Italia - y los Apeninos. Dice casi al comienzo de su
obra que allí “el cielo es a menudo de un hermoso color azul, como por doquiera en Italia,
salvo en la estación menos buena, en la que se levantan espesísimas nieblas”.
Los protagonistas: son el Cristo
del altar, Don Camilo y Pepone. El Cristo se identifica fácilmente; Don Camilo
es el cura del pueblo que no tiene pelos en la lengua y que a pesar de sus años,
tiene a veces la ingenuidad de un niño;
Pepone, el alcalde, alterna su faenas en el taller de automóviles con la
militancia política en el Partido Comunista.
El Cristo frena a Don Camilo, le
reprende, le aconseja, le marca muchos caminos. Pepone, se ve en ocasiones en
el dilema de hacer caso a las directrices de la ortodoxia política o de seguir
el sentido común. La obra, que es deliciosa, deja palpable que a pesar de las
ideologías, la amistad - aparente
enfrentamiento siempre entre ambos – es lo que impera y se impone.
Tiene Don Camilo parte de
autobiografía de su autor, que en el fondo fue un conciliador. Vivió enfrentado
al Partido Comunista y fue encarcelado
por la Democracias Cristiana a la que apoyó. Humorista, hombre de fínísimo
humor, murió con sesenta años de un ataque al corazón.
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