lunes, 13 de junio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Un asunto en Granada

Alguien dijo – no que sé quién – que todo es posible en Granada. Llevaba razón. Por unas cosas y por las que hoy me traen a estas líneas para esbozar, a vuela pluma, un puñado de consideraciones.

Verán. Hace unos meses un amigo me habló de Giralda , novela de Alfonso Grosso. Le dije que no la conocía; me la recomendó. La busqué en la Casa del Libro, en librerías de Antiguo y en los amigos libreros de Soria que siempre me han solucionado el problema. En unos sitios me dijeron: ‘descatalogada’; en otros, agotada; en otro, no ha habido respuesta.

Hace unos días mi amigo y yo nos vimos. Vino; departimos un rato; paseamos; dos cañas y un espeto junto al mar; un almuerzo compartido… Mi amigo me trajo la novela. Está dedicada por el autor. “Para Antonio con mi sincero afecto y amistad”. Mi amigo, me dijo también, que cuando se la dedicó, Alfonso ya estaba muy grave…

La novela es soberbia. A la riqueza narrativa (engancha desde la primera página) une un manejo de vocabulario inusual. Conoce y sabe de lo que habla. Lleva al lector embebido. Mi amigo me dijo que había que tener el diccionario al alcance de la mano…

¿La trama? Años veinte del siglo pasado; una Sevilla que vive detrás de las rejas de los palacios y en la calle; en las iglesias y en los burdeles;  en la sociedad acartonada de criados, cocheros y lacayos; dinero y terratenientes; putas, chulos y ‘gente singular’.

Alfonso Grosso utiliza la metáfora con una sutileza inusitada: “culebrinas azuladas”, “uñas de medio luto”, “la noche se acercaba a paso de gallo por las cumbres” Y llega al culmen de la descripción: “no por perfumado y lubricado menos agrio en su olor y sabor  cual moneda de cobre lamida por la boca de un niño”.

Antológica la fotografía de Don Manuel de Falla. Pasea, en espera, por el andén de la estación: “vestido de negro, las manos en la espalda, sosteniendo  un paraguas cerrado, con una larga bufanda sobre el cuello de terciopelo del abrigo que le protegía del frío…”


El nudo de la esencia, en Granada. Todo lo anterior y el final, antecedentes o consecuencias de una grandísima novela. Me pregunto ¿alguien sabe si, por un casual, aún salen vapores para las Antillas?


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